Bien dijo Eduardo Galeano, "Andar solo no duele. Sentirse solo es otra cosa."
Pasas de una relación a otra como si tu vida dependiera de ello. No soportas la soledad y te aterra la idea de estar sin pareja. Si te sientes identificado, no eres el único, por ejemplo Cristian Nodal, del que TODO el mundo habla porque acaba de anunciar su relación con Angela Aguilar, la hija de Pepe Aguilar, y medio mundo lo está critique y critique por brincar de una relación a otra en muy poco tiempo. Ahora, la cosa es que son muchas las personas que experimentan este patrón, y las razones pueden ser muchísimas. Te explicamos por qué te cuesta trabajo estar solo y qué hacer.
Señales de que tienes brincas de una relación a otra:
Si te reconoces en algunas de las descripciones anteriores, es posible que estés enganchado en el “baile de las relaciones”. Aquí te presento cinco señales que te ayudarán a identificarte:
Dentro de cómo podemos explorar la soledad, tienes que tener bien en cuenta que la falta de contacto físico puede generar unos picos de estrés increíbles en el cuerpo. Cuando alguien está sometido a mucho estrés por mucho tiempo, la depre aparece, siendo la oxitocina la encargada del sistema de recompensa y reconocimiento básicos para nosotros.
Es el pegamento en nuestras relaciones personales a través del contacto físico e intercambio emocional. Es decir, la soledad nos cuesta porque nuestro cuerpo demanda contacto físico.
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Aristóteles decía que hay tres elementos necesarios para la felicidad, uno de ellos son los amigos. Mucho se ha investigado acerca de lo importante que ha sido la interacción en el avance de nuestra especie en muchos sentidos. Por eso Aristóteles dijo, los amigos son básicos en nuestra existencia.
Respondiendo a la pregunta de cómo podemos explorar la soledad, es a través del otro, porque que notamos el impacto de nuestros comportamientos, pensamientos y emociones. Independientemente de la seguridad en uno mismo, la retro de otros es súper importante para nuestra construcción como personas.
La soledad va de la mano de la relación con los padres, pues la simple mirada de nuestra madre deja una huella básica que nos acompañará para siempre. Es bien cierto que cuando una madre tiene en brazos al bebé recién nacido, se le aconseja que lo vea a los ojos mientras lo alimenta o apapacha. Esto es algo súper necesario, porque solo a través de la mirada, el bebé sabe que existe.
Si nadie volteara a ver a al crío, ¡no sabría que nació! Y como en todos los temas psicológicos, el rol de los papás juega un papel cañón en la vida a la persona.
Si formamos parte de un grupo de pequeños amigos, nuestras acciones afectan a todos y esto nos hace sentir validados y acompañados.
Cuando nos alejados de nuestros amigos o personas que nos importan, podemos llegar a sentirnos raros y sobrepasados de emociones o comenzar a preguntarnos cómo podemos explorar la soledad. En la adolescencia, por ejemplo, la relación con los demás es tan importante que cuando hay dificultades para hacer amigos, pueden sentir como si no existieran.
El sentirse anulado a cualquier edad impacta mucho en la salud emocional y mental. Por eso, la soledad nos cuesta porque a partir del otro detectamos nuestro impacto en el mundo.
Actualmente, tenemos mil formas de callar las vocecitas internas de nuestra consciencia y tendemos a evitar emociones incómodas. Sobre todo si estamos solos vemos el celular scrolleando a veces sin observar, buscamos tener harrrto contacto escrito o atacamos nuestras wishlists de compras por si hay alguna oferta.
Todo esto a veces, para evitar pensar en algo que nos duele o que sabemos que tenemos que resolver con nosotros mismos y pareciera que estos pequeños demonios aparecen en el silencio. Ya sean nuestras relaciones seguras, nuestro aislamiento o nuestra inestabilidad, nos pica y la neta, a veces preferimos huirle a pasar tiempo escuchando nuestros pensamientos y sintiendo nuestras emociones.
Por esto la soledad nos cuesta, porque nos miraremos a nosotros mismos como hayamos sido mirados.
Como decía al principio, hay personas para las cuales la soledad es un deseo real y lejano. Ya sea porque viven en familias grandes o tienen trabajos de mucha interacción, hay veces donde un tiempo fuera de tanta multitud es más que necesario. A estos momentos de estar solo se les llama momentos de solitud, que es cuando queremos estar con nosotros mismos.
Todos estos momentos que dedicamos a nosotros mismos, ya sea leyendo, con un pasatiempo que nos apasiona o echados en el sillón a pensar, son momentos donde estar solos no se vuelve una tortura. A esta solitud es a la que nos referimos cuando decía que conforme pasa el tiempo, comenzamos a sentirnos más cómodos.
Si trabajas un poco en ti, notarás cómo te vas haciendo amigo de las vocecitas internas y hasta las consultarás para las decisiones de tu vida y si existe un equilibrio entre estos momentos y los de interacción social, es donde descubres que estar solo, al final, no es tan malo. En otras palabras, la soledad nos cuesta hasta que le encontramos un sentido.
Cómo verás, el centro de todo es la relación que tenemos con nosotros mismos. Ya sea a través de nuestro cerebro reptiliano o nuestras relaciones familiares. Es la interpretación de nuestra vida y de nuestra soledad la que nos sostiene en todo momento.
Aunque no hay caminos cortos ni hacks para la construcción de la relación contigo mismo. Sí tenemos algunos puntos que puedes revisar para saber cómo aprender a estar solo.
La soledad nos deja de costar cuando estamos en presencia de nosotros mismos.
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