Puedes ser un genio pero si hablas como bebé nadie te va a tomar en serio
Cuando quieres transmitir un mensaje, por absurdo que parezca, es más importante la voz que el contenido. Para que tu idea impacte o se transmita correctamente, tienes que tomar en cuenta que en cualquier mensaje: la información es solo el 7%, el 55% está relacionado con tu lenguaje no hablado (como la expresión facial o el uso de movimientos corporales) y el resto estará determinado por las características de tu voz.
A todo esto se le suma el género, la edad y las experiencias e inclinaciones de la persona que habla, además de todos los rollos de quien te escucha. La gran ventaja es que tú tienes el control y, si bien no puedes cambiar la voz con la que naciste (no es lo mismo si en la repartición te tocó un trombón que una corneta), sí puedes hacer mucho por modularla y aprender a usarla a tu favor. Para que sea una herramienta eficaz, de entrada tienes que controlar estos factores:
Modulación
Sube y baja el tono y el volumen. No hay nada más aburrido y poco persuasivo que una voz pareja y monótona. Métele pasión al asunto.
Dicción
Para que tu mensaje llegue bien necesitas pronunciar claramente lo que dices, si no solo balbuceas. Habla con calma y deja que cada letra suene.
Tono
No es lo mismo tener voz de Darth Vader que de Benito Bodoque. Si haces los ejercicios correctos puedes engrosar o agudizar tu voz.
Seguridad
Hablar con miedo, súper bajito o trastabillando mata la potencia del mensaje.
Gruñidos
Termina las frases sin ruiditos o carraspeos. Ese es uno de los errores más irritantes, no importa si estás hablando con la chava que te quieres ligar o con tu jefe. os ruidos transmiten incomodidad.
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