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¿Cuál es la ruta de la comida? ¡Misión digestión!

¿Alguna vez te has preguntado a donde va a parar todo lo que te comes? Aquí te dejamos cuál es la ruta de la comida y qué rayos es lo que pasa siempre que comes.

Ana Teresa Abreu

Nos encanta pensar en nuestra panza como una tubería por la que podemos aventar lo que sea sin bronca: desde unos tacos de maciza con cuero hasta unos shots de tequila porque #YOLO. Se nos olvida que es un sistema delicado y complejo que se encarga de convertir la comida en la energía que necesitamos para vivir y expulsar lo que no sirve. Aquí te contamos cuál es la ruta de la comida y qué rayos pasa cuando comes.

¿Qué onda con el sistema digestivo?

Al sistema digestivo le solemos cargar la mano hasta que un día empieza a dar lata. ¿Qué hacemos entonces? Retacarlo de pastillas, chochos y remedios dudosos en lugar de bajarle al bullying.  Se nos olvida que un sistema digestivo funcinando al 100% nos hace vivir más y mejor.

Claro, nacimos sin un manual de usuario, así que vamos improvisando sin poner atención a las reacciones de nuestros intestinos y todo lo que nos tratan de decir. Cualquiera que se haya cenado unos frijoles charros sabe que no todo nos cae igual. Entender cómo funciona nuestro sistema digestivo nos deja saber qué le cae bien, qué le cae mal y qué lo arruina por completo, por eso la importancia de conocer cuál es la ruta de la comida. 

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¿Cuál es la ruta de la comida?

Ahora sí, la hora de la verdad… De seguro es que le entras a la comida como si no hubiese un mañana y hasta te puedes preguntar que está tardando en salir, pero aquí la verdadera pregunta  y que más nos tiene que importar es cuál es la ruta de la comida. Aquí te contamos.

Boca

Idealmente, en esta etapa se muele y tritura la comida, para eso tenemos todas esas muelas que encajan perfecto entre ellas.  Al masticar, la lengua mezcla la comida con una enzima llamada amilasa salival y prepara pequeños bolos que hacen más fácil la digestión para poder sacar la mayor cantidad de nutrientes posibles.

Ayudada por el olfato, la lengua es la encargada de reconocer el sabor de las cosas a través de las papilas gustativas, que más allá de decirte si algo está deli o no, sirven para interpretar los compuestos químicos de lo que nos comemos y así, no tomarnos un vaso de diesel por error.

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Esófago

La comida pasa luego hacia el esófago en donde es empujada hacia abajo por contracciones musculares y la gravedad. Al final está un esfínter llamado unión gastroesofágica, una especie de anillo que deja que la comida entre en el estómago y que después se cierra para que los ácidos estomacales no suban por el esófago, pero a veces falla por malformaciones o porque tragamos de más y entonces el estómago produce ácido en exceso y se desborda, de ahí esa sensación que te quema el pecho. Ese ardor infernal es tu esófago, gozando las caricias del ácido estomacal.

Si crees que tooodo va de qué nos llevamos a la boca, pues déjanos decirte que no es así, en este Consultorio moi, te contamos porqué el intestino es el segundo cerebro y cómo este se relaciona con las emociones. El doctor, Diego Angulo, nos cuenta cómo tener una microbiota sana y mejorar nuestra salud.

 

Estómago

Cuando la comida llega, el estómago libera ácidos y enzimas (gastrina, pepsina) para descomponerla. El estómago tiene un recubrimiento mucoso que lo protege de los ácidos. Si ese recubrimiento se daña (por infecciones, inflamaciones o por una borrachera) se pueden dañar las paredes estomacales y así se forman las dichosas úlceras. Las contracciones musculares del estómago, con ayuda de los ácidos y las enzimas, transforman la comida en una mezcla homogénea llamada “quimo”. Ésta, después de tres o cuatro horas, pasa por el píloro, el orificio de salida del estómago que desemboca en el duodeno, la parte más alta del intestino delgado.

Duodeno

El duodeno recibe al quimo para hacer un nuevo coctel con bilis (producida por el hígado y almacenada en la vesícula biliar que ayuda a procesar las grasas) y un jugo producido por el páncreas que tiene bicarbonato (para neutralizar los ácidos) y enzimas como amilasa (que digiere carbohidratos), lipasa (que digiere las grasas) y proteasa (para procesar las proteínas). Aquí empieza la absorción de las vitaminas, los minerales y los nutrientes, mientras el hígado hace una selección de carbohidratos, grasas y proteínas para metabolizar hormonas y almacenar glucosa, que es como nuestra gasolina.

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Intestino delgado

Aquí el quimo pasa entre seis y 20 horas mientras recorre un largo camino de unos siete metros (sí, eso mide tu intestino delgado) empujado por un movimiento llamado peristalsis. Casi el 90% de lo que comemos es absorbido por esta parte del intestino. Tiene un sistema vascular que transporta esos nutrientes hacia los órganos que te mantienen funcionando. El intestino delgado es el que se encarga de mandarte señales si algo de lo que comes te cae bien. De ahí los espasmos y los gases a la mitad de la noche que hacen que tu mujer te quiera dejar. Típicamente, la diarrea es causada por una infección que paraliza las paredes del intestino delgado, lo que deja que el agua corra por donde se le antoje y eso hace que termines instalado en el baño haciendo erupción.

Intestino grueso

Los residuos de lo que te comes pasan unas 38 horas aquí, mientras el colon absorbe hasta 8.9 litros de agua de la materia que ha sido procesada. Lo que queda es una masa sólida de desecho, o sea, tu caquita. La falta de agua o de fibra hacen que tus idas al baño parezcan que estás pariendo a la Mole. En el intestino grueso también se absorben ácidos grasos de cadena corta (butírico, propiónico, acético) que dan energía y mantienen fuerte a tu sistema inmunológico. Esos gases que de pronto se te escapan en el elevador de la oficina, son por la fermentación de los desechos, cortesía de las bacterias intestinales. Cuando el desecho se acerca al recto, la puerta de salida, es cuando te dan retortijones que te indican que es hora de ya tú sabes qué.

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Y el momento final…

Debe salir en una pieza, con forma de curva (como una salchicha) y de consistencia suave y bordes lisos, que debe caer al agua como medallista de oro en clavados: sin salpicar. Lo normal es que sea de color café, en distintos tonos, aunque puede cambiar de color si comes espinacas, betabel o comida con colorantes. La diarrea es amarillenta o verdosa porque pasa como flash por tu intestino.

Ahora que ya sabes cuál es la ruta de la comida, ¿qué estás esperando a mejorar tus hábitos alimenticios?

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