Estar sentados en la oficina durante 12 horas ya era, de por sí, malo, ahora imagínate pasar horas en una silla que no es para trabajar
O pasar más de cuatro horas al día viendo tele porque no puedes ni ir al cine, donde al menos caminarías del estacionamiento a tu lugar. Ya nos había dicho la Organización Mundial de la Salud que el sedentarismo era uno de los problemas de salud pública más graves, que más del 60% de la población mundial vive con este mal, ¡imagínate ahora después del confinamiento!
Casi casi, enfermedad cardiovascular
La palabra “sedentario” deriva del latín sedentarius y significa literalmente “quien trabaja sentado”, y hoy en día usamos ese término para referirnos a aquel que apenas hace ejercicio o actividad física rutinaria.
El comportamiento sedentario se correlaciona con la riqueza de las sociedades y el nivel de desarrollo urbano. A mayor riqueza y mayor desarrollo urbano, la inactividad es más común. Hasta un tercio de los adultos no alcanza el nivel recomendado de actividad física para mantener una salud óptima. Por lo anterior, diversas asociaciones médicas cardiológicas, nacionales e internacionales, han realizado diversas campañas para contrarrestar el sedentarismo. La American Heart Association publicó el documento “Sedentary Behavior and Cardiovascular Morbidity and Mortality”.
Hay muchísima evidencia de que un comportamiento sedentario se asocia directamente con riesgo de desarrollar diabetes mellitus y cardiopatía. Varios estudios también han encontrado asociaciones significativas entre el tiempo sedentario y el desarrollo o elevación de biomarcadores de riesgo cardiovascular.
Además, en estos estudios se encontró que existe un riesgo incrementado de enfermedad cardiovascular con relación al tiempo pasado frente a la televisión. En un análisis de datos de la Investigación Prospectiva Europea sobre el Cáncer y Nutrición (EPIC Study), se demostró que cada hora adicional por día de ver televisión estaba asociada con un mayor riesgo en la incidencia total (fatal y no fatal) de enfermedad cerebrovascular, de enfermedad cardiovascular no fatal y de cardiopatía isquémica (infartos)
¿Entonces? ¡Claro que es un problema!
¿Y cómo lo evito?
Dependiendo de nuestra cultura social y laboral podemos incrementar nuestra actividad física, por ejemplo, evitando el uso del automóvil en la medida de lo posible, usando las escaleras en lugar de los elevadores, ayudando en las tareas domésticas y dedicando todos los días un tiempo específico para hacer ejercicio. Esto no solo redundará en una mejor salud cardiovascular sino también en una mejor salud mental, recordemos la expresión latina: “mente sana en cuerpo sano”.
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