Dicen que la primavera la sangre altera, y puede que la ciencia venga a comprobar este refrán popular
La explicación puede estar en algo tan concreto como las hormonas: en este caso, la culpa es del cortisol. En un estudio realizado el año pasado por el Instituto Weizmann de Ciencias (Israel), se examinó la cantidad de cortisol en seis millones de muestras tomadas en distintos meses del año a hombres y mujeres entre los veinte y los cincuenta años. Y descubrieron que la hormona del estrés llega a su clímax entre finales de marzo y abril, esto puede estar relacionado con el aumento de energía y estímulos en la vida cotidiana en este periodo.
Por lo que decidieron investigar si el resto de hormonas también cambiaban con las estaciones. Se encontraron, que la testosterona en hombres y el estradiol en mujeres experimentan dos picos en enero y en agosto, las épocas del año en que aumenta nuestra disponibilidad para la reproducción, tal vez porque es buena idea tener hijos en meses más templados.
Por su parte, la hormona del crecimiento se produce en mayor cantidad en primavera que en el resto del año, esto puede deberse a que hay más recursos disponibles para alimentar a los niños que “están dando el estirón”. Pero, de todas las hormonas analizadas, la que más más cambiaba con las estaciones es la hormona tiroidea T3, la cual se encarga de regular la temperatura del cuerpo.
A pesar de que existen ciertas variaciones en las hormonas de acuerdo al cambio de las estaciones, en su mayoría son muy pequeñas y no suelen tener efectos muy grandes.
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