¿Ser chismoso es una actividad natural del ser humano? La respuesta es un contundente SÍ. En primer lugar, solo los humanos tenemos esa capacidad de comunicación para esparcir rumores; y en segundo, resulta que el chisme tiene varias funciones.
No hay forma de negarlo. A unos menos que a otros pero a TODOS nos gusta chismear, en teoría, no todo el chisme tendría que ser malo por naturaleza, pero la mayoría de las veces sí tiende a lo negativo. Entonces, ¿por qué nos gusta el chisme?
No podemos dejar de chismear porque cuando escuchamos un chisme se activan tres partes del cerebro: la primera es la corteza prefrontal superior medial, esta se encarga de la cognición social; se activa cuando sabemos que estamos siendo observados, por lo que incluye la mayoría de las reglas sociales. Cuando desde la corteza auditiva reconocemos el contenido de un rumor, esta zona se encarga de determinar si es bueno o malo.
Aquí se encuentra el control de impulsos y el mecanismo de ejecución de las acciones. Así que después de oír y juzgar un chisme (porque es lo primero que hace el cerebro) la siguiente función es decidir qué hacer con él: puedo dejar que mis emociones reaccionen libremente, meditar lo que haré con la información, regarlo por el mundo (al final mi pecho no es bodega) o guardármelo.
Dentro del sistema límbico del cerebro, es el sitio más importante del circuito de la recompensa. Este lugar y los otros dos tienen en común que su principal comunicación mediante neurotransmisores es a través de la dopamina.
De las conductas de tipo placentero. Así cerramos el círculo perfecto del chisme: lo escucho, lo juzgo, decido qué hacer y sentir, y después lo califico. Todo esto provoca placer por la interacción con el mundo que me llevó a informarme de algo que yo desconocía, un contenido que considero interesante y califico como chisme. Por eso nos encanta.
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Decir algo malo de alguien te hace sentir bien sobre algo que te aflige o te falta a ti. El chisme puede ser como un músculo, mientras más se practique, mejor se libera la dopamina, entre más chismes disfrutables, más ganas me dan de contarlos y seguir recibiendo respuestas sociales a mis comentarios.
El chisme tiene una función de aprendizaje necesaria en la sociedad, con mecanismos de reforzamiento positivo y negativo. Entonces, si nos enteramos de que a un conocido le pasó algo bueno, quiero que me suceda a mí, y si sabemos de la tragedia ajena echamos a andar lo necesario para que no nos pase. Así es que el chisme solo ES.
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Nuestro cerebro tiene redes formadas para manejarlo y procesarlo, y debemos pensar muy bien qué hacemos con toda esa información picosita que recibimos. Es prácticamente imposible evitarlo, pero sí está en nosotros decidir el uso que le damos y cómo la contamos ante los demás.
Recuerda que lo que dices de alguien dice mucho más de ti que de esa persona.
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