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Ser o no ser amigo de tus hijos

Ser amigo de tus hijos tiene beneficios, pero no caigas en la trampa de creer que siendo su amigo lograrás educarlos. De alguna manera, los dejas huérfanos

Redacción Moi

Los amigos por un lado y los papás por otro

Una de las funciones más significativas de un padre es corregir a sus hijos, poner límites a comportamientos inaceptables y validar los positivos, así como fomentar el desarrollo de su personalidad. Un amigo, la mayoría de las veces, es cómplice de aventuras, pero también de ciertas acciones que los padres no aprobarían o aceptarían.

 

La moda de intentar “ser amigo” de los hijos se origina del miedo a educar, de dañar su “autoestima” (mal entendida, pues muchos son demasiado permisivos) y de ponerles límites claros que puedan hacer que dejen de quererte.

 

Hay que evitar confusiones en la jerarquía emocional y en la configuración de la estructura familiar.

Educar a tus hijos, implica inculcarles:

  • Carácter (desarrollo ético, su voluntad y actitud ante la vida)
  • Capacidades y talentos
  • Inteligencia emocional
  • Toma de decisiones de forma responsable

 

A partir de 4 elementos (según Erich Fromm), que aseguran un buena educación:

  • CUIDADO a favor del crecimiento y desarrollo de quien amamos.
  • RESPONSABILIDAD o respuesta ante las necesidades reales de quien amamos.
  • RESPETO por la forma de ser particular, característica y única de quien amamos, de la forma que le es propia, tal cual es ella, no como yo necesito que sea.
  • CONOCIMIENTO de sus necesidades, gustos y formas de ser.

 

Un amigo es incapaz de desarrollar estas capacidades. Con un amigo compartes buenos momentos, tendrás cierto nivel de intimidad y confidencia, complicidades, gustos compartidos y experiencias divertidas y amenas, pero no trascenderá en la estructura de tu personalidad. Los de los padres, sí.

 

Por qué es mala idea ser amigo de tu hijo

  • Tendrás dificultad para establecer límites y frenar conductas que deben corregirse: si les hablas con groserías, no puedes esperar que ellos no las usen.
  • Cuando se presente alguna crisis, los hijos pueden no entender que tú eres quien está a cargo de resolverla.
  • La estructura familiar se vuelve una anarquía porque no hay un líder claro. Es necesario que los hijos sepan que no son iguales, que tú mandas.
  • Te enfrentas a posibles faltas de respeto, con un trato demasiado cotidiano, sobre todo en el lenguaje.
  • Eventualmente, se van a incomodar cuando quieras ir con ellos a ambientes que no te corresponden (antros, conciertos, fi estas) y vas a sentir rechazo.
  • Si no te quieren contar cosas de su vida privada como sus relaciones, sus gustos, si fuman o no, puedes caer TÚ en una manipulación que los moleste.
  • Al final te frustrará darte cuenta de que “la amistad” no era posible ni beneficiaba a ninguno de los dos.

 

¿Ser un dictador?

No ser su amiga o amigo no significa que lo maltrates. Se puede educar sin lastimar. Puedes ser una madre o un padre amistoso, cariñoso, abierto, pero sin intentar ser su amigo, ni tratarlo como a un igual.

No temas imponer límites cuando la conducta negativa de tus hijos lo requiera, aunque “la amistad” se quebrante. No vas a perder su amor por eso.

Reduce esa ansiedad que te carcome por querer hacerlo feliz. No siempre, es más, casi nunca, coinciden los conceptos de felicidad entre padres e hijos; además corres el riesgo de que, por intentar proporcionarle todo tipo de satisfactores para verlo feliz, dañes su capacidad de esforzarse y de superar las frustraciones en su vida.

¡Así que ya sabes: sé su padre/madre!

 

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