La habilidad de persuadir puede cambiar tu vida y la de quienes te rodean, porque siempre busca el bien para ambas partes
Todos quisiéramos tener el poder de hacer que los demás pensaran de determinada manera, de influir para que actúen de cierta forma, de inspirar una emoción, de que vean las cosas de otro modo, de que tomen decisiones enfocadas a un propósito concreto. La persuasión es justo la herramienta que necesitamos para lograrlo.
¿Te gustaría ser una persona persuasiva? Pues te tenemos excelentes noticias. Primera, el poder de la persuasión no necesariamente es un don con el que se nace, sino que es una habilidad que puedes aprender. Segunda, son técnicas muy fáciles de poner en práctica y puedes obtener resultados inmediatos. Y, tercera, al convertirte en una persona persuasiva lograr mejorar tu vida y la de las personas que te rodean.
¿Persuasión o manipulación?
Antes de entrar al tema, veamos la diferencia entre persuasión y manipulación, pues hay una línea muy delgada que las separa, ya que las prácticas de ambos procesos pueden ser las mismas. Lo que hace la gran diferencia son la intención y el resultado.
En el caso de la manipulación, la persona que la ejerce solo busca su propio beneficios, sin importarle los intereses, satisfacción ni bienestar del otro. Es un proceso de ganar-perder. Esta práctica provoca decepción y desconfianza, por lo que los resultados son a corto plazo.
En cambio, con la persuasión se busca un beneficio mutuo. Su intención es ver por los intereses de las dos partes. Es una relación de ganar-ganar y aspira un éxito que sea para ambos. El resultado de la persuasión es a largo plazo, porque al mostrar un interés genuino por los demás se construyen relaciones basadas en la confianza, el respeto y la lealtad. La persona que es persuadida actúa de manera voluntaria y está convencida de hacerlo.
Principios básicos de la persuasión
Expectativa: es un arma muy poderosa de persuasión. Se basa en el principio de que las personas tendemos a actuar de acuerdo con la forma en que otros esperan que lo hagamos. Esto significa que tus expectativas hacia otros los predisponen a hacerlas realidad. Desde luego, tienen mucho más poder si las damos a conocer, pero, por sorprendente que parezca, funcionan aunque no se expresen.
Congruencia: una persona que actúa de manera congruente es respetada y apreciada, pero cuando las palabras y acciones son incongruentes, provocan desconfianza y así es prácticamente influir en alguien. Si lo que quieres es lograr que la otra persona se comporte de cierta forma, primero debes personificarlo, es decir, mostrar de manera honesta eso que esperas del otro.
Empatía y similitud: al momento de persuadir necesitaremos que la persona coincida con nuestras ideas, y eso será mucho más fácil si se siente identificada con nosotros. Algunas veces este efecto puede darse de manera natural, aunque también podemos provocarlo a través de la empatía y la similitud. Para que haya empatía es importante poner tu atención en el otro, escuchar de manera efectiva y mirarlo a los ojos. Las personas persuasivas no se centran en ellas mismas, enfocan su atención en los demás.
Di NO al NO: evita el uso de frases en sentido negativo. La mente inconsciente ignora la palabra no, pues está incapacitada para crear una imagen que corresponda a la negación. Por ejemplo, si te digo que no pienses en un arcoíris de colores, ¿qué pasa? Que aparece esa imagen. Esto sucede porque al ignorar la palabra no, nuestra mente se queda con el resto de la frase y entiende lo contrario a lo que en realidad queríamos lograr.
Palabras positivas: nuestras emociones y estado mental están asociados a las palabras que utilizamos. Podemos elegir entre palabras positivas, que son alentadoras y engrandecen, o palabras negativas, que son catastróficas y limitativas. El uso de palabras o frases positivas genera un cambio en ti y en quien te escucha y facilita la persuasión.
Visualización: Nuestra mente no distingue entre realidad y fantasía, por lo que todo aquello que visualizamos vívidamente la mente lo considera como una experiencia real. Es tan poderoso, que hay testimonios de personas que han logrado curarse de enfermedades terminales o de una parálisis a través de visualizar su recuperación. Si nuestra intención es que una persona logre determinada situación, es muy efectivo que se imagine ese escenario como una experiencia real. Invita a soñar a las personas, tla vez les abras la mente a oportunidades que no había imaginado antes y así superen sus propias expectativas.
Conclusión: No todas las técnicas te van a servir todo el tiempo, sino que depende del contexto y lo que quieras lograr; lo importante es saber que la mente es tierra fértil. Permanentemente estamos colocando semillas en la gente que nos rodea. El chiste es entender qué calidad de semillas estamos esparciendo. No se trata de usar estos principios para lograr algo que solo te beneficie a ti, y mucho menos para dañar a otros.
Sé un sembrador de personas dichosas, triunfadoras y grandiosas. Cuando engrandeces al prójimo, también te engrandeces a ti mismo.
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