Se busca el compromiso para prohibir el desarrollo, las pruebas, producción, adquisición y posesión de arsenal o explosivos nucleares.
Desde hace varios años el tema nuclear volvió a salir a la luz. Con los intentos, primero de Irán y actualmente de Corea del Norte, el mundo retoma un pendiente que tiene más de 70 años en espera de ser resuelto.
El 6 y 9 de agosto de 1945 fueron lanzadas las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. El ser humano iniciaba una era en la que la destrucción total ya estaba al alcance. No todo es malo con esta tecnología, lo que hizo posible la destrucción también puede ser utilizado para fines pacíficos en distintas áreas como la agricultura, la medicina, la ciencia, la industria y muchas más.
Sin embargo, el mundo de hoy sigue contando con la capacidad bélica nuclear. A pesar de varios intentos por reducir este tipo de armamento, hoy hay al menos 15,000 armas nucleares en el planeta. Evidentemente las grandes potencias son las que mantienen esta desmedida capacidad nuclear.
En 1968 se firmó el Tratado de no proliferación nuclear. Este tratado busca restringir la posesión de estas armas. Aunque parezca paradójico, el tratado prohíbe la posesión menos a 5 Estados: China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia. El argumento es que esos países ya tenían capacidad nuclear para la fecha en que se firmó el tratado. Así de absurdo ya que esos mismos Estados son los que forman parte permanente del Consejo de Seguridad de la ONU. Los países de capacidad nuclear tienen como objetivo, entre otros, el de mantener la paz en el mundo.
La visión que se tiene de las armas nucleares es que su capacidad es tal que funcionan como inhibidor para que ninguna de las grandes potencias se atreva a entrar en un conflicto con alguna otra.
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Cinco países no son parte de este tratado: India, Pakistán, Israel, Sudán del Sur y Corea del Norte. Los 3 primeros cuentan con capacidad nuclear mientras que Corea del Norte decidió salirse del tratado a principios de este siglo.
La capacidad nuclear genera equilibrios que son muy delicados. Por ejemplo, si Irán hubiera conseguido o en un futuro consigue este tipo de armamento generará de inmediato una carrera en la región donde países como Arabia Saudita no quisieran quedarse atrás. Si ya es delicado que las potencias tengan arsenales nucleares, sería inimaginable el riesgo de que países con regímenes autoritarios y con pocos contrapesos tengan esta capacidad.
Si hoy tememos que el acceso a estas armas esté en manos de Trump, no quiero ni pensar lo que sería en manos del régimen norcoreano. El caso de Corea del Norte ha acelerado un proceso que lleva décadas tratando de que la comunidad internacional promueva un nuevo tratado en que se prohíba este tipo de armamento. Recientemente fue puesto en la mesa para su ratificación por los países.
Se busca el compromiso para prohibir el desarrollo, las pruebas, producción, adquisición y posesión de arsenal o explosivos nucleares. En teoría, solo en teoría, este nuevo tratado será de cumplimiento obligatorio. Obligatorio para quienes lo firmen, así que no hay mucha esperanza.
Los seres humanos seguimos jugando con fuego. Algún día nos quemaremos.
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