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Lo estúpidamente interesante de la risa

Piénsenlo, cuando más trabajo nos cuesta sonreír, es cuando más necesitamos hacerlo.

Eduardo Iniesta

Sé que hay momentos en los que resulta difícil dibujar una sonrisa en nuestro rostro, pero les juro con la mano en el pecho que vale la pena hacer el esfuerzo y aprovechar toda la energía que nos puede brindar una franca sonrisa o una espontánea carcajada.

Porque eso sí, sonrisa y risa no son lo mismo. Cuando una persona sonríe sus labios se arquean en forma de media luna mostrando los dientes y si el botox lo permite ¿verdad? También se marcan esas pequeñas arrugas alrededor de los ojos mejor conocidas como patas de gallo. Claro que hay de sonrisas a sonrisas, están las que enamoran como la de Nick Jonas, las que dan miedo onda Merlina y las que encabronan porque nos mientan la madre con elegancia y sutileza como la de la Mona Lisa.

Por su parte la risa siempre va acompañada de una buena carcajada y está científicamente comprobado que es contagiosa. Esto es algo que todos tenemos perfectamente comprobado sin necesidad de que nos escaneen el cerebro, pero “namás” por no dejar corroborémoslo una vez más. Chequen el siguiente video:

¿Qué por qué pasa esto? Simple, diversos estudios han detectado que, así como nuestro cerebro libera adrenalina al escuchar, por ejemplo, una alerta sísmica, también nos regala una buena dosis de dopamina cuando escuchamos una espontánea carcajada, lo cual hace que nosotros también terminemos sonriendo o de plano desarmándonos de la risa.

Pero hagamos un experimento más. Cierren sus ojos y visualicen en su mente una situación en la que se sientan cómodos, protegidos, felices y amados; cuando ese pensamiento dibuje una sonrisa en sus rostros, es porque ya obligaron a sus cerebros a que se mochara con una generosa dosis de dopamina ¿Ven que fácil?

Neta, aunque suene a frase armada eso de que “la risa es la mejor terapia”, hay un buen de estudios como el realizado en la Universidad Loma Linda, en California, que confirman los beneficios de las carcajadas, ya que alivian los síntomas de la ansiedad y la depresión, ayudan a superar el estrés post-traumático y mejoran nuestro estado de ánimo. Incluso pueden ser un buen remedio para disminuir el dolor físico.

Bueno ¿cómo les explico que los humanos aprendemos a sonreír muchísimo antes de aprender a andar de jeta por todo? Sí, la sonrisa nos acompaña incluso desde antes de nacer como el mayor gesto indicativo de satisfacción y bienestar. Al menos así lo demostró un equipo de científicos japoneses que utilizaron una técnica ecográfica llamada ultrasonometría tetradimensional (no me pregunten como funciona eso, pero es obvio que suena a tecnología japonesa de esa bien cabrona). Para detectar entre un centenar de mujeres embarazadas si sus fetos sonreían. Seleccionaron 31 fetos sonrientes y grabaron a cada uno con la misma técnica durante dos minutos. En esos 62 minutos de grabación, se registraron 51 sonrisitas con una duración de más o menos 3.21 segundos cada una ¿A poco no es una chulada?

Piénsenlo, cuando más trabajo nos cuesta sonreír, es cuando más necesitamos hacerlo.

Termina su columna y el que ríe al último, es porque se tardó en entender el chiste.

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