La visita del Papa

El minuto de Papa les va a salir en 36 mil 36 pesos. ¿Qué mas necesitas saber?

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Pues sí, Don Bergoglio llega la siguiente semana México, y me van a disculpar, pero ¿A MÍ QUÉ?

De entrada, pertenezco a ese 20% de la población del país que según el último Censo de Población y Vivienda no es católica, de hecho, formo parte de los 4.6 millones de mexicanos ateos (cifra que según el INEGI se incrementa 5.2% anualmente), y por si fuera poco soy MIEMBRO ACTIVÍSIMO de la Diversidad Sexual mexicana, esa que la institución católica mal mira a cada rato.

Neta, me emociona más que la gira de Adele pase por México, que la visita papal. Y no crean que no entiendo el sentimiento, es solo que no lo comparto.

Lo que sí tengo que reconocer es que con las visitas papales, surge por ahí uno que otro detalle que nos puede retratar muy bien como país y nos ayuda a entender dónde y cómo estamos.

Por ejemplo. No es de Dios la mega “papiza” que nos meten casi todos los medios de comunicación con sus EXCESIVAS coberturas de rockstar. No tienen piedad ¡SON PAPA TODO EL PINCHE DÍA! (En momentos como este es cuando agradezco que exista el bendito NETFLIX). Que sí ya se paró, que si ya comió, que si ya salió, que si ya va en tal avenida, que si va saludando, que si los muebles que está usando son de quién sabe dónde ¡POR FAVOR YA GOBIÉRNENSE!

Estamos hablando de un JEFE DE ESTADO con agenda de negociaciones y objetivos políticos propios, en eso es en lo que hay que centrarse. No por nada estas giras se negocian meticulosamente entre El Vaticano, la presidencia del Episcopado Mexicano, la Secretaría de Relaciones Exteriores y Gobernación.

Hace unos días tuve la oportunidad de platicar con el especialista en temas religiosos, Bernardo Barranco y le pregunté si sería prudente que los medios le bajaran dos rayitas a su emoción papal ¿y qué crees? No solo coincidió conmigo, también me comentó lo inapropiado que resulta cuando un periodista hace a un lado su papel como comunicador para convertirse en “telepredicador”, y comienza a referirse al Papa como: “Su Santidad”, “Santo Padre”, “Representante de Dios en la tierra” o “El Elegido de Dios”; términos que están bien para cualquier devoto católico, no para la objetividad de un periodista. ¡TÓMENLA! O mejor dicho, ¡TOMEN NOTA!

Un aspecto que resultó de los más entretenido en medio de toda esta “papitis”, fue el pleito entre diputados y senadores, para ver cuál de las Cámaras del Honorable Congreso de la Unión, era la indicada para recibir al LÍDER RELIGIOSO y pudiera pronunciar un mensaje similar al que se aventó en el Congreso de Estados Unidos. Total, para nuestros legisladores eso del ESTADO LAICO era un pequeño detalle que no iban a dejar que les estorbara. Pero a la mera hora, Don Francisco les aplicó el clásico “GRACIAS, PERO NO GRACIAS”. Con la pena.

Eso sí, todo presumen los millones y millones de files que se congregarán en la Ciudad de México, Estado México, Chiapas, Michoacán y Chihuahua; pero son muy pocos los que precisan cuánto nos va a costar la venida de Bergoglio.

La Arquidiócesis de Ciudad Juárez de plano le pasó la charola a los empresarios y creyentes de la entidad para costear los santísimos gastos papales, los cuales ascienden a más de 20 millones de pesos por las nueve horas con 15 minutos que el líder de la Iglesia católica pululará por ahí. Estamos hablando que el minuto de Papa les va a salir en 36 mil 36 pesos. Eso sin contar con los gastos de los tres niveles de Gobierno.

Y no se preocupen, para que se “despapaticen” un poco, tienen mi promesa que está será la única vez que escriba sobre la venida del Papa.

Termina su columna y se le quita el hambre, porque se da cuenta que el menú de hoy son tortas de papa.

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Conductor de radio y televisión experto en temas de diversidad sexual. También es un aficionado de encontrarle el lado estúpidamente interesante a la vida.

2 COMENTARIOS

  1. Coincido completamente contigo, Eduardo. Lo peor es que muchos no ven (o no quieren ver) que el Estado “LAICO” no debería pagar por la visita de un líder religioso. Deberían gastar el dinero en cosas realmente importantes.

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