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Corrupción e impunidad al infinito

Esto es lo que está pasando con las autoridades y por qué "no toman cartas en el asunto".

Jacobo Dayán

No hay semana en que un escándalo de corrupción o de impunidad no sea motivo de molestia ciudadana. Las redes sociales estallan con críticas, quejas y burlas ante la realidad nacional pero de allí no pasamos.

No es para menos la molestia, la realidad comprueba el malestar. Según la organización Transparencia Internacional que mide la percepción de la corrupción, México está en el lugar 123 de 176 países analizados. Por su parte la impunidad es casi total, más del 95% de lo que se denuncia queda sin resolverse. Como se denuncia poco ya que no hay confianza, la cifra de impunidad es casi absoluta.

Así se vive México día a día

Las respuestas de los distintos responsables de resolver esta crisis dejan mucho que desear. Ya nos sabemos de memoria las frases que se dicen en cada caso. “Llegaremos hasta las últimas consecuencias”, “se investigará a fondo”, “estamos implementando cambios pero es paulatino”, “el marco jurídico no es el adecuado”, “se turnará a los órganos correspondientes” y puro rollo sin contenido real.

México es campeón de la simulación. Movemos para no mover nada, cambiamos para que todo siga igual, hacemos leyes que nunca se aplican o se echa un rollo para salir del problema. Los responsables esperan el siguiente escándalo que tape al actual, solo se debe aguantar la presión en medios y opinión pública unos días. La apuesta histórica es el olvido. ¿Quién se acuerda o exige respuesta por lo que fue indignante hace unos meses o semanas?

¿Por qué habría de cambiar la autoridad si no hay exigencia? Los incentivos no están en el cambio, en la eficiencia, en el servicio a la ciudadanía. Las lealtades se encuentran entre la clase política y de allí a los partidos y superiores jerárquicos.

Todo es una maraña de complicidades. De lo contrario cómo explicar la gran cantidad de exgobernadores prófugos. No solo son los Duarte, hay una larga lista de exgobernadores buscados aquí o en Estados Unidos. La constante es que no los encuentran. De menos eso dicen.

En días recientes lo que indignó fue el caso del juez que dictaminó que ante un caso claro de violación a una menor no se podía acreditar la intención de violarla. A pesar de que los hechos eran claros, la conclusión del juez fue en el sentido de proteger al varón y al poderoso. La reacción social fue tan fuerte que el juez fue suspendido. Es decir, si la reacción social es contundente y permanente, la autoridad se ve obligada a reaccionar. Desafortunadamente esto no es frecuente.

Otro caso fue menos conocido. El fiscal de Nayarit fue detenido en Estados Unidos por narcotráfico. Si las autoridades mexicanas lo sabían y no hicieron nada es grave pero si no lo sabían es aún más grave.

Este ejercicio es muy simple, piensen en cualquier caso emblemático del pasado. No importa si eligieron Guardería ABC, 2 de octubre de 1968, Casa Blanca, Acteal, Ayotzinapa o el robo/secuestro/extorsión/asesinato de la esquina de su casa, la impunidad es lo que reina. Las probabilidades de lo contrario son muy bajas, extremadamente bajas.

Estamos por tener una nueva Fiscalía General de la República, en teoría independiente. ¿Creen que los actuales funcionarios podrían terminar el pacto de impunidad que impera? Pueden monitorear los hashtags #FiscalíaQueSirva o #FiscalCarnal.

Si no hay presión social las cosas no cambiarán, ¿qué esperamos?

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