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Master moi Anuario

La Inteligencia Emocional y las Relaciones

¿Consideras que puedes controlar tu emociones?

Redacción Moi

Yo entiendo que los tiempos están cambiando, con ello las generaciones van adoptando conductas propias de su tiempo y van modificando la forma de relacionarse, lo cual en ocasiones puede ser un tema de éxito o fracaso.

Esto cada vez es más evidente y conste que no estoy haciendo juicios sobre cuáles conductas en cuanto a relaciones son mejores, si las de “antes” o las “actuales”. Lo único que sí pongo en tela de juicio es nuestra capacidad de relacionarnos y de vincularnos actualmente.

Y esto no es un tema de adultos, es decir, seguramente conoces a un chavito que tiene un muy buen relacionamiento en su entorno, y es el chico platicador, el que saluda a todos, convive, se ríe, en fin… se relaciona. Por otro lado, vendrá a tu mente la imagen de otro niño, totalmente opuesto, y muy al estilo de hoy “domado” por un iPad. ¿De estos dos chavitos, quién crees que de seguir así, podrá manejar de manera mucho más efectiva a un equipo, ¿el que socializa o el del iPad?

Día con día veo en la noticias situaciones, que lo único que demuestran es una muy baja Inteligencia Emocional en nuestro relacionamiento, que causa problemas, enojos y desastres. Ejemplos: ¿te suena la noticia de una persona golpeada por defender su “lugar” en un estacionamiento, o cuando en el súper alguien exagera y se pelea con la cajera porque no cobró bien, los conciertos diarios de claxonazos que oímos en la calle porque alguien está estorbando o se le cerró un microbús y el problema se resuelve con el claxon y mentadas de madre?, en fin.

Tristemente las evidencias de esto cada vez son más y más frecuentes, y lo peor de todo es que nos hemos ido acostumbrando poco a poco. Mi propuesta de hoy es que si desarrollamos más la inteligencia emocional, nuestra convivencia diaria será mucho más armoniosa y menos estresante.

Las súper reacciones ante impulsos externos, hablan de alguien que no tiene la capacidad de poder controlar sus emociones, independientemente de cuál sea lo que lo “provoca”. Hay personas que con el mínimo estímulo se convierten en un verdadero tornado, generando desastres en su entorno, como si realmente lo fueran.

Bueno, justo de eso se trata la inteligencia emocional, de la capacidad y habilidad que tiene una persona de poder contener y demostrar sus emociones de una manera correcta, en el momento correcto, con la persona correcta. Como te lo decía en otro artículo, no es que te mantengas “ecuánime y zen” todo tu día y ante cualquier situación, sino que tengas la habilidad de controlar emociones, no que ellas te controlen a ti.

La inteligencia emocional se comienza a aprender y desarrollar desde pequeños, así como poco a poco vamos comenzando a leer, poco a poco fuimos aprendiendo a relacionarnos.

Alguien que tiene una Inteligencia Emocional alta, tiene mayor sentido de los demás, del “otro”, de cómo mis decisiones, acciones y reacciones afectan a la gente y el entorno con el que tiene contacto.

La I.E. se demuestra en lo básico, en la forma en la que tratas a los demás, no importando si los conoces o no, la capacidad de poder relacionarte con otros que son diferentes a ti, aceptando la diversidad, que no eres el único ni el más importante, pero que sí eres parte de un grupo, ya sea en la empresa en la que trabajas, en tu familia o con tus amigos.

Analiza, reflexiona y te invito a que busques cuál conducta sistemáticamente utilizas y frecuentemente causa malestar o afecta a los demás, para ayudarte a identificar ese hábito. Piensa en ese comentario que continuamente recibes como por ejemplo: “No seas tan enojón, es que eres súper intolerante, gritas demasiado, no dejas hablar…”. La lista puede ser enorme, pero la intención es que identifiques esa conducta y ahora estés tan consciente de ti mismo que, cuando la estés ejecutando seas capaz de poder parar en ese instante, buscando resolver desde otra forma.

Si por alguna razón no puedes parar, te pido hagas un análisis de tu forma de actuar al final del día y al menos cuentes las veces que reaccionaste de una manera poco conveniente ante tu entorno.

Recuerda que el único que te puede cambiar, eres tú mismo.

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