"Perder un hijo significa llevar un dolor casi insoportable, experimentado por muchos pero del que pocos hablan", escribió Meghan Markle en una publicación del New York Times
La ilusión con la que esperamos a nuestro hijo es tan grande que cuando recibimos la terrible noticia de que no estará más con nosotros simplemente nos desplomamos. No tenemos ganas de seguir adelante porque vemos todo negro y el enojo es tan grande que domina y nos lleva a preguntarnos una y mil veces: ¿por qué yo?, ¿por qué a nosotros? Esa es una pregunta para la cual no existe respuesta.
No se trata de olvidarlo
Un duelo sano por la pérdida de un bebé dura alrededor de 18 meses, pero eso no significa que todo el tiempo tenga la misma intensidad, ni que pasado ese tiempo no lo recordaremos más. El resultado ideal de un dolor trabajado y no únicamente abandonado sería aprender a vivir con este hueco en el corazón sin llenarlo de resentimiento, trabajo o comida y dejar que el amor y la esperanza sigan siendo nuestro eje. Es mentira que el tiempo todo lo cura; su paso cierra las heridas pero la tanatología es la que hace el trabajo de «desinfección» y ayuda a que la sanación ocurra desde dentro.
Después de los primeros nueve meses sabremos que la parte más empinada de la cuesta ha pasado y que los meses venideros si no más fáciles, al menos sí serán menos difíciles. Si la añoranza crece, entonces no está funcionando el trabajo de duelo. Se vale aplicar todas las herramientas emocionales que tengas a tu alcance:
¿Qué estás dispuesta a hacer por un hijo? Si la respuesta a esta pregunta es todo, reflexiona qué tan sinceramente lo dices: ¿puedes incluso volver a ser feliz sin él? Porque ésa es la manera de honrar su paso por tu vida. Si quieres leer el artículo completo, busca la revista bbmundo del mes de mayo.
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