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Anuario

Se desinfla la izquierda latinoamericana

La Revolución cubana se encuentra en agonía y en México no se ha logrado desmantelar el sistema político de corrupción e impunidad.

Jacobo Dayán

Todavía hace unos pocos años, tan solo tres, se hablaba del avance de la izquierda latinoamericana y de su gran aceptación. Aunque no podemos hablar de toda la región, desde México hasta Argentina, como un conjunto homogéneo.

Después de los años oscuros de las dictaduras militares sudamericanas, de las guerras civiles centroamericanas y la guerra sucia del PRI en México; América Latina entraba en un periodo de estabilidad con gobiernos que gozaban de popularidad y una fuerte presencia de las izquierdas que por años fueron perseguidas. Izquierdas muy distintas, desde la socialdemocracia hasta el chavismo.

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Incluso la tradición de no reelección fue removida con el apoyo ciudadano de varias constituciones. Muchos presidentes lograron hasta hace poco su reelección. Otro fenómeno que se presentó fue la elección de varios expresidentes lo que muestra de nuevo el agrado que tenían las sociedades con sus exmandatarios. Muchos de los candidatos de izquierda provenían de movimientos sociales que fueron reprimidos durante los años de las dictaduras.

A principios de 2013, las izquierdas gobernaban en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Nicaragua, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela (sin contar las islas del Caribe).

Varios de los presidentes eran figuras internacionales: Lula (Brasil), Mujica (Uruguay) y Bachelet (Chile) levantan suspiros. Otros eran muy reconocidos por algunos sectores progresistas: los Kirchner (Argentina), Evo (Bolivia) y Correa (Ecuador). Hugo Chávez rápidamente desencantó a pesar de las grandes cantidades de dinero invertidas en la imagen de su proyecto.

Partes de estas izquierdas tuvieron fuertes enfrentamientos con los grandes capitales internacionales, con los monopolios locales, con los tradicionales medios de comunicación y con los Estados Unidos.

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Allí quedan algunos de los logros de esta ola de izquierdas por América latina: la disminución de la pobreza en varios países, el impresionante crecimiento económico (como el de Bolivia), la legalización de la marihuana en Uruguay y los programas sociales (como en Argentina).

La luna de miel con la izquierda duró poco. En buena medida por la caída de los precios del petróleo, la crisis económica mundial, los escándalos de corrupción, la histórica división de las izquierdas y algunos proyectos de nación demenciales como el bolivariano en Venezuela.

Hoy el panorama es otro. En Argentina están en riesgo los avances sociales con la salida de la izquierda del gobierno; en Brasil se vive una suerte de golpe de estado contra Dilma Rousseff por parte de sectores ultraconservadores; en Perú parece regresar el fujimorismo (con la hija de Alberto Fujimori, personaje nefasto en la historia peruana), en Paraguay salió la izquierda después de un juicio político a su presidente (Fernando Lugo); Venezuela está a punto del colapso (urge la salida de Nicolás Maduro); a Evo en Bolivia ya no se le permitirá otra reelección; Bachelet en Chile se encuentra saliendo de escándalos de corrupción (nada comparados con los mexicanos).

Claro, punto y aparte son Cuba y México. La Revolución cubana se encuentra en agonía y en México no se ha logrado desmantelar el sistema político de corrupción e impunidad.

Las condiciones de marginación, desigualdad y depredación que avanzan en toda América latina hacen urgente una izquierda fuerte y moderna. Difícil en tiempos donde la izquierda se encuentra en crisis en todo el mundo, ya no conecta con el elector. Es imprescindible una redefinición de agenda y discurso.

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