El neandertal que todos llevamos dentro

Los humanos no siempre fuimos la única especie humana en el planeta. Hace muchos años y en ciertos lugares del planeta, Homo sapiens convivió con otras especies humanas, en particular con Homo neanderthalensis, mejor conocido como los neandertales.

En algunas de estas convivencias, una cosa llevó a la otra y hubo encuentros sexuales entre ambas especies. Estos romances paleolíticos dejaron su huella en nuestro genoma. Hoy, todas las personas que tengan descendientes provenientes de Asia o Europa, tienen de 1 a 4% de su genoma neandertal, y al parecer tiene efectos importantes en varias cosas, como el color rojo de cabello y el sistema inmune.

Sabemos esto gracias a que a partir de restos fósiles se ha podido secuenciar el genoma de Homo neanderthalensis, para después comparar con el genoma de Homo sapiens. Al paso de las generaciones, el ADN que se metió de una especie a otra se va partiendo en cachitos o diluyendo. Al comparar el tamaño de los cachitos neandertales que nos quedan, calculamos que el entrecruzamiento sostenido entre ambas especies fue hace más o menos 50 mil años, momento en el cual lo seres humanos no solo ya eran idénticos anatómicamente a los actuales, sino que la cultura también era muy parecida: utilizábamos joyas, símbolos y regalos, así que en una de esas hubo cortejos y regalos hacia los neandertales.

La semana pasada se encontró que neandertales y humanos tuvieron un encuentro muy anterior al de hace 50 mil años. Al parecer, ya andaban romanceando hace 100 mil. Esto es importante, entre otras cosas, porque quiere decir que Homo sapiens salió de África antes de lo que pensábamos, ya que los neandertales vivían en Eurasia. Además de esto, a mi la noticia me deja con una sensación de soledad: llevamos menos tiempo solos sin relacionarnos con neandertales que lo que convivimos con ellos, y nunca estaremos acompañados otra vez.