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El mezcal y los murciélagos

Si compras mezcal, estás comprando también una forma de consumir al medio ambiente.

Alejandra Ortíz

Cada caballito de mezcal tiene atrás toda una historia de producción, y dependiendo de cómo se haya producido el producto, estás comprando también una forma de consumir al medio ambiente.

Por ejemplo, puedes tomarte un mezcalito que contribuya a la regeneración de los agaves (y por lo tanto de más mezcalitos), o puedes tomarte uno que afecte a los magueyes y de paso, a los murciélagos.

Los agaves o magueyes son un grupo de plantas súper diverso, especialmente conocido porque de su destilación se produce el tequila y el mezcal. La gran mayoría de las 200 especies que existen producen un quiote o conjunto de flores, una sola vez en su vida, y en esta forma desesperada de buscar sexo invierten mucha de su energía, y mueren.

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Las flores contienen polen y óvulos, que al unirse formarán una semilla. El encuentro entre esas células sexuales ocurre principalmente por polinizadores, que se acercan a las flores por su néctar y se embarran de polen, llevándolo de flor en flor. Los murciélagos son una de las celestinas más importantes para los magueyes.

Pero en la industria tequilera y mezcalera se ha dejado de lado esta relación de más de 5 millones de años entre murciélagos y agaves. La práctica más común es cosechar las plantas antes de que les salga el quiote, y reproducir la especie con “hijuelos” o “coditos”, que son pedazos de la planta de los que puede salir una nueva, pero idéntica, a la planta madre. En pocas palabras, los cultivos de magueyes se han convertido en cultivos de clones, lo cual es malo para los agaves, para los murciélagos, y para quienes gustamos de la copita.

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Al no permitir que los agaves florezcan, se impide que se generen nuevas combinaciones de características, o sea que los hijos no sean algo novedoso sino puras copias. Esto resulta contraproducente pues se reduce la diversidad, la cual es importante para hacer frente a los cambios ambientales. Actualmente hay una bacteria y un hongo que afectan severamente a la especie Agave tequilana, y es su baja diversidad la que le hace vulnerable a estas infecciones.

Lo bueno del asunto es que si tan solo se dejan florecer el 5% de las plantas por hectárea de cultivo, la práctica se vuelve mucho más sustentable. Con este porcentaje se podrían alimentar aproximadamente 90 murciélagos cada noche durante el periodo de floración. Dado que hay muchísimos cultivos de agave, con tan sólo este pequeño porcentaje de los que hoy están destinados para producir tequila, se podrían alimentar más de dos millones de murciélagos al mes.

Y eso no significa solo murciélagos felices, sino semillas de magueyes y por lo tanto diversidad, y en consecuencia personas mezcaleras (e industria) alegres.

Referencia
Save Our Bats, Save Our Tequila: Industry and Science Join Forces to Help Bats and Agaves

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