Vivir Bonito
Por: Andrea Villanueva
Te decimos en tres pasos cómo controlar la adicción a las ofertas.
Existe un momento indescriptible cuando pagas una bella compra con 40% de descuento: la adrenalina recorre tu cuerpo y aunque sabes que no lo necesitas, entregas la tarjeta porque no sabes cuándo encuentres algo tan barato. Para muchos, esos dos puntitos con la raya cruzada son tan atractivos como para otros las drogas, el alcohol o la comida. La emoción, según algunos psicólogos, es prácticamente la misma que siente un heroinómano cuando se acerca la aguja al brazo.
No se trata únicamente de quienes, según algunos doctores, tienen un desorden de compra compulsiva. Sobre todo, cuando hay ofertas, un comprador casual puede verse tan tentado a gastar dinero que no tiene en cosas que no necesita como un adicto. La verdad es que nuestro cerebro no necesita mucho tiempo para pensar en esa compra, la mayoría de esas decisiones son tomadas en menos de un segundo porque el cuerpo se pone en un sistema autonómico de respuesta que toma el control de algunos órganos, de la misma forma que se ponía el cuerpo de nuestros antepasados cuando se enfrentaban a un depredador.
Nos ataca un miedo irracional de que alguien nos gane lo que queremos, entramos en un total modo competitivo que nos hace muy difícil controlar el impulso. Esta alteración fisiológica era útil cuando teníamos que huir de un oso, pero no debería ser usada para atacar a la señora que lleva los últimos zapatos en 4.5. Y aunque a muchas personas las pone en alerta, emocionados y competitivos, a otros los relaja a tal grado que les disminuye el ritmo cardíaco y baja su ansiedad. De cualquier forma se convierte en una conducta que puede llegar a ser destructiva.
Gánale al cerebro
Y recuerda, si al día siguiente te sientes culpable, regresa y devuelve tu compra. Solo entra hasta la caja con los ojos cerrados para que no se te antoje otra cosa.
Por: Andrea Villanueva