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Master moi Anuario

5 respuestas para callar bocas cuando vas solo a las fiestas 

Si ya estás harto de que cada cena de fin de año tus tías te pregunten que para cuándo el novio… y ya te enojaste, sentiste o hasta deprimiste, es momento de ponerles un estate quieto como un profesional

Revista moi

 

Nunca es tarde para poner límites, recuerda que una autoestima sana comienza por el respeto a uno mismo y, en consecuencia, no permitiendo que los demás te falten al respeto. Antes de contestar cualquier cosa, respira profundamente y cuenta hasta 10. Aquí tienes algunas estrategias.

 

Caso 1: “Ay, mijito, ya llevas mucho tiempo soltero ¿no? No te desesperes, pronto conocerás a alguien”

Estrategia: humor + ironía. Lo primero que tienes que hacer es tomártelo con humor y responder: “Me encanta la vida que llevo y no tengo ninguna necesidad de encontrar a alguien” y puedes cerrar con broche de oro agregando un toque de ironía: “Aunque si cambio de idea, serás el primero en saberlo”.

Caso 2: “¿No me digas que ya cortaste con Juanito? A ese paso se te va a ir el tren”

Estrategia: cuestionamiento + sinceridad. Lejos de reclamarles, lo mejor es sacarlos de onda haciéndoles una pregunta como: “¿A qué te refieres con que se me va a ir el tren?” y luego con una dosis de sinceridad, “Me siento mal con ese comentario, te agradecería que me lo comentes de otra manera”.

Caso 3: “¿Otra vez sola? ¿Te da pena presentarnos a tu novio o qué?”

Estrategia: confrontación moderada. Una buena respuesta sería: “Sí, vine sola otra vez, y no es porque no quiera presentarles a alguien, es porque no tengo pareja. Creo que lo importante es compartir este día y pasarla bien o ¿no es suficiente para ti?”. Ya verás que los dejas congelados con tu respuesta.

Caso 4: “¿Y si le pides un novio a los Reyes Magos?”

Estrategia: confrontación + ironía. Posiciónate. Puedes salir del paso con una respuesta clara y serena que te deje por encima de tu interlocutor: “La verdad es que no tengo prisa por tener un novio. Prefiero tener amigos íntimos. Además, me quiero lo suficiente como para no agarrar cualquier cosa”.

Caso 5: “¡Qué envidia me das! Siempre haces lo que quieres, no tienes horarios y tienes todo el tiempo del mundo para ti. Lástima que no siempre vas a tener 30 años”

Estrategia: síguele el juego. Esquivar los dardos envenenados de tu familia es todo un arte. Haz que su impertinencia se vuelva en su contra y usa sus mismos argumentos para responderles: “Fíjate que sí, estoy encantado con mi vida y con mi edad. De hecho, ando planeando un viaje especial para celebrarme, ¿vienes?”.

¿Y si el problema eres tú?

¿Sientes que cada año eres la burla de tu familia? Si es así, ¿no has pensado que quizá estés exagerando? Quizá tu susceptibilidad respecto a tu estado civil aumentó y estés viendo monos con tranchetes en cada comentario de tus parientes. O puede que no sea así y su ofensa esté totalmente justificada.

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