¿Tu trabajo y tu vocación coinciden?

Antes era muy común que si el padre era doctor, los hijos fueran lo mismo. Pero hoy, todos buscan un trabajo que los satisfaga en todos los sentidos, ¿es tu caso?

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Es bien sabido que los millennials están en constante rotación laboral porque su empleo no los llena al 100, no los reta profesionalmente, no les da la flexibilidad de horarios que quisieran ni sienten apertura a las nuevas ideas. La mayoría de las empresas tienen una estructura rígida que no permite crear un entorno apto para estas nuevas generaciones, que son más tecnológicas, abiertas y creativas en comparación con las anteriores.

Pero esa sensación de “mi trabajo no me satisface” ya no es exclusiva de los millennials. En el área laboral conviven cuatro generaciones -tradicionalistas, baby boomers, X, y millennials-, y dado que socialmente hemos evolucionado para integrar más y más las diferentes dimensiones de nuestra vida, nos encontramos a personas que a sus 50 años o más están en pleno rediseño de su carrera laboral.

¡Imagínate!, a los 60 años podrían quedarte 25 o 30 años de buena vida, y muchos de ellos podrían ser de buena vida laboral, más en una época como esta, cuando puedes trabajar desde cualquier lado, gracias a la tecnología.

Es por eso que no tiene nada de malo que a los 53 años decidas que no querías ser químico porque la realidad es que ni a tu familia ni la escuela te ayudaron a encontrar tu vocación o, literalmente, pa’ qué eras bueno. No es una plática obligada entre padres e hijos ni de las materias que cursamos en la escuela. Así que llegamos a un punto en la vida en el que debemos decidir qué queremos hacer sin tener la menor idea de lo que realmente nos gusta y, menos aún, cuáles son nuestros talentos naturales.

¿Cómo evito ser del club de los frustrados?
Es indispensable tener un plan de vida laboral. Debes invertir tiempo en definir tus objetivos, cómo llega a ellos y medir si los estás logrando o no. Pero si no tienes esa claridad y no te preparas, al menos bosquejando qué te gustaría hacer y cómo, vas a acabar, en el mejor de los casos, siguiendo el plan de alguien más o vagando sin rumbo, por ende, frustrado.

El número de personas que hacen algo que no les gusta es el mismo que el de quienes sí disfrutan lo que hacen, pero están frustradas porque no ganan lo que quisieran. Esto es pura presión y creencias de otros que nos dicen “no estudies eso porque te vas a morir de hambre”, pero también por creer que si haces lo que te gusta, siempre va a haber chamba, ¿entonces?

Olvídate también de los estudios psicométricos porque te perfilan asumiendo que lo que más haces hoy es lo que más te gusta; asumen que la repetición de tus conductas refleja preferencia, pero la neurociencia ha descubierto que eso no es cierto para 80% de nosotros. Por eso es mejor hacer un plan de vida laboral, que es una guía nada más, no un contrato sin cambios. Sin importar si estás eligiendo qué estudiar, dónde contratarte, si estás en tu décimo cambio de trabajo o definiendo qué proyecto quieres emprender, definir cuál es tu línea de vida laboral te facilitará tomar decisiones.

50% de quienes logran entrar a la universidad abandonan la carrera en el primer año, y entre 80 y 90% de los trabajadores están frustrados con su empleo. Que aún no hayas encontrado tu vocación no significa que nunca la vayas a descubrir, no importa cuántos años tengas. No tener un plan de lo que queremos lograr nos pone a merced de los planes de otros. 

La vocación está a la vuelta de la esquina
¿Cómo se hace un plan de vida laboral si ya te dije que no nos lo enseñan en ningún lugar? Cada vez es más una realidad que cada persona puede inventar cómo ganarse la vida, sentirse satisfecho y ser exitoso cuando se juntan dos ingredientes:

  1. Autoconocimiento: sé qué me nutre y cuáles son mis actividades preferidas
  2. Capacidad de autovenderte: sé cuáles de las actividades que prefiero pueden interesarle a otros para que me paguen por ellas (o sea, un empleo.

Recuerda que tendrás que diferenciar entre las habilidades que haces muy bien, porque te las enseñaron, pero no te gustan, y aquellas que disfrutas por la naturaleza de la actividad.

 

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