¿Cómo reenamorarte de tu chamba?

¿Llegas arrastrando la cobija a la oficina todas las mañanas o te deprimes los domingos porque tienes que regresar a la chamba? Quizá tu felicidad en el trabajo está en terapia intensiva. Revívela con estos primeros auxilios laborales

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No hay cosa más terrible que la monotonía. Produce aburrimiento, desgano, fastidio y desgaste emocional, y tu vida laboral no se salva de estos achaques. Que ya no te ilusione como antes puede envenenarte al alma al nivel de que tu productividad vaya en picada y entres en un círculo vicioso infernal.

El tema de sentirse feliz y satisfecho en el trabajo no es para nada romántico ni reservado para pocos, al contrario, impacta directamente en la productividad individual y en la de toda la empresa. Quizá cuando entraste a trabajar estabas lleno de emoción, alegría y expectatvias, pero con el tiempo le empezaste a encontrar peros y pues ya no te gusta tanto. ¡Calma! Esa sensación es normal y a todos les pasa en algún momento (a algunos a los pocos meses y a otros en años). Recupera la emoción que sentías al principio con estos pasos.

1. Húyele a las rutinas
La monotonía mata, ya sea en tu vida o en el trabajo. Si tu rutina siempre es la misma: despertarte, bañarte, arreglarte, limpiar tu cuarto, desayunar e irte a trabajar, ¡cambia algo! Por ejemplo, despierta, desayuna en pijama, levanta tu cuarto, báñate (o no), arréglate y listo. Ese simple cambiecito va a hacer que tu cerebro se ponga a las vivas. En la oficina, acomoda diferente tu lugar de trabajo, cambia las formas de archivar tus cosas, ordena tus carpetas. Recuerda que el que no cambia está destinado a morir.

2. Cambia tu discurso
Aunque no lo creas, decirte todos los domingos que qué hueva ir a trabajar mañana le manda señales a tu cerebro de que vas a hacer algo desagradable y pos se va a desanimar y a dejar de producir hormonas de la felicidad. Recuerda que las palabras nos moldean, mejor, antes de irte a dormir repítete: “¡Mañana es lunes y tendré una semana llena de retos!”. Puedes hasta ponerte una nota en el espejo del baño, vas a ver cómo te cambia el chip.

3. Upgradea tu espacio
Tu lugar sí impacta en tu motivación y productividad. Pon anclas emocionalmente positivas a tu alrededor, o sea, cosas que te recuerden momentos agradables que te suban la energía al verlas. Pueden ser fotos de tu familia o tu mascota, una postal de un lugar que quieras conocer o un cuaderno con tu obra de arte favorita. El chiste es ponerte de buenas.

4. Trabaja por lo que quieres
Una causa de la monotonía es sentirnos limitados y muchas veces esos topes están en nuestra imaginación. En una hoja dibuja tres columnas, en la primera nota la frase “me gustaría…”, en la segunda pon una lista de todo lo que te gustaría cumplir, por ejemplo, “ser considerado para tal proyecto, cambiarme de área, trabajar con tales personas, etc”. En la última columna anota lo que tienes que hacer para cumplirlo.

5. Aprende algo nuevo
A veces la insatisfacción nace del aburrimiento. Si no tienes disposición a aprender cosas nuevas te vas a estancar. Si ya sabes todo sobre X, adquiere nuevos skills, toma clases de idiomas o manualidades, ve a conferencias, eso también te sirve para conocer gente nueva con los mismos intereses. Intenta que sean cosas sencillas que no te demanden mucho tiempo y que identifiques como “siempre he querido aprender a…”.

6. Pon las cosas en perspectiva
Haz una lista de lo que en un principio te emocionaba de tu trabajo y por lo que estás agradecido. Pon ejemplo, que tu oficina está cerca de tu casa, que tengas tu grupito de amigos, que tienes flexibilidad de horario, un lugar limpio y digno para comer, es más, que tengas trabajo habiendo tantas personas que no lo tienen. A lo mejor solo perdiste la perspectiva de lo que tienes. Este ejercicio te reenfocará a situaciones que antes te subían la energía y ahora a lo mejor ya te acostumbraste.

7. Pide lo que necesitas
Cuando queremos conseguir algo y no lo obtenemos, es muy fácil desilusionarnos, pero nos da miedo dar el primer paso para lograrlo: pedirlo. Como bien dicen: “el que no habla, Dios no lo oye” y tu jefe no lee la mente. Habla con él sobre lo que necesitas.

8. Ponte en pausa
Tal vez tu desánimo tiene que ver con el burnout. Si tienes días de vacaciones, ¡úsalos! Aprende a descansar de manera consciente, sabiendo que es una oportunidad para reconectarte contigo mismo y con lo que quieres.

 

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