Justificaciones para quedarse hay miles, pero tomar la decisión requiere conciencia, autonomía y valentía
¿Cuántas veces al día te quejas de tu trabajo? Igual lo haces por costumbre, igual heredas quejas de “males ajenos” que ni te pasaron a ti pero ya les pones la bandera de injustas y crueles. Igual es el ambiente, el jefe, el compañero, el rechazo a tus propuestas, los horarios… o tal vez te gusta todo de tu trabajo, pero no tienes hacia dónde crecer. Justificaciones hay miles, “a esta edad nadie me va a contratar”, “con qué voy a pagar la renta”… Decídete ya y pon en práctica estos dos pasos:
Paso 1
Acepta el cambio
Cambiar tiene su fundamento en la conciencia de que algo ya no es suficiente: ya no te llena, hay algo que te molesta o simplemente quieres llegar al siguiente nivel. Desde mi punto de vista, es la base para tomar la decisión de dejar tu trabajo de una vez por todas. No importa si ese cambio es una resolución propia o un evento forzoso, te aviso desde ahora que no es fácil, así que prepárate para el ciclo que viene:
Paso 2
Ten una estrategia
¿Hacia dónde te quieres mover? Si no tienes claro el rumbo que vas a tomar, tu nueva casa va a ser la zona de miedo. Si siempre has estado en la zona de confort, no conoces tu poder ni los destinos posibles, no tienes idea de la capacidad que tiene tu maquinaria interna. Cuando sabes qué quieres hacer, dejar ir es fácil porque traes un entusiasmo y una energía tremendas para salir a toda velocidad de la zona del miedo.
Haz una lista de fortaleces y debilidades.
El tiempo que te lleve encontrar un trabajo nuevo o fundar tu empresa, dedícalo a fortalecer tus debilidades, así, antes del gran cambio ya tienes un pie en la zona de mejora.
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