Si ya estás seguro de que quieres saltar del barco y estás consciente de que tu decisión no es producto de un impulso sigue leyendo este decálogo
No andes revelando tus intenciones de renunciar ni cuchicheando por los pasillos que ya son tus últimos chilaquiles de viernes, para evitar que tus jefes se enteren vía rumor de tu decisión y no por tu propia boca. Que tus superiores sepan que vas a renunciar por Chuchita, la de finanzas, generará ruido innecesario en toda la oficina y puede hacer que tu jefe te perciba como una persona falsa, pues seguro ese día lo saludas- te muy sonriente y hasta le dijiste lo emocionado que estabas por la esta de n de año.
Parece bastante obvio, pero hay que decirlo: avisar tu decisión con tiempo de anticipación es CLAVE y dice muchas cosas de ti. Además, no solo a nadie le gusta que le dejen las cosas tiradas de un día para otro, sino que les da chance de buscar a la persona indicada para reemplazarte, e incluso los puedes ayudar a capacitarla unos días. El estándar internacional es el famoso Two Weeks Notice, que consiste en entregar tu renuncia mínimo una quincena an- tes de la salida definitiva. Pero eso se considera lo mínimo, lo sensato es dar un mes.
Es un momento muy importante como para simplemente comentarlo en un encuentro casual de pasillo o soltarlo en el comedor. Pregúntale a tu jefe qué día y a qué hora tiene tiempo porque quieres hacer una cita con él. Así te asegurarás de renunciar en privado; cuando hay “pájaros en el alambre”, puede sentirse expuesto y ponerse en una situación dominante que haga más incómoda la situación. Piensa que para un jefe, una renuncia es como cuando te cortan porque ya encontraron a alguien mejor.
NO MIENTAS sobre las razones de tu partida, tarde o temprano se enterarán y tu reputación puede quedar por los suelos. Es como si tu pareja te dijera que está confundida y quiere estar sola y al otro día la ves besuqueándose afuera del cine. Deja muy clara la razón de tu partida, puntualizando por qué te vas y a dónde te vas. No digas que quieres tomarte un descanso, si estás yendo a entrevistas de trabajo ni que te irás a una compañía equis o de otro giro cuando te vas a la competencia.
No es para ponerte más nervioso, pero no estás chismeando con tu cuate del futbol.
Tómate la plática en serio desde antes, nada de llegar a improvisar, ordena tus ideas, apúntalas y prepárate para LA PLÁTICA con tu jefe. Puedes seguir la técnica del sándwich: empieza primero con todo lo positivo que has aprendido en la empresa, lo mucho que te gusta estar en ella y luego, ¡púmbale!, le sueltas que a pesar de todo lo bueno, vas a renunciar por X motivo, y de nuevo lo suavizas con lo mucho que te va a pesar dejar la empresa. No eches ores de más porque puede sentirse forzado.
Ofrece ayuda para la transición del puesto. Demuestra que tienes ganas de que las cosas
acaben bien con toda la disposición de entregar las funciones a tu suplente, ofrece involucrarte en la capacitación, hasta en la selección del personal, si es que conoces a alguien que puedas recomendar. Mantente dispuesto a que la nueva persona a cargo o tus jefes te sigan buscando, incluso meses o años después de terminada la relación profesional. Siempre hay pendientes, dudas y contactos que solo tú conocías. Es normal que los primeros meses te siga contactando gente ex- terna que no se enteró de tu renuncia y puedes ayudar pasándole los datos del nuevo contacto.
Manda un par de mails:
Antes de irte, asegúrate de dejar todo en orden: carpetas, escritorio, archivos… todo para que la persona que se queda en tu lugar pueda encontrar lo que necesite. Despídete personalmente de todos tus superiores con los que colaboraste y agradéceles la oportunidad de haber trabajado y aprendido de ellos. No olvides despedirte del resto de la fauna con la que compartiste espacio día a día, hayas hecho o no grandes migas.
En momentos importantes como fin de año o cumpleaños, mándales un mensaje o hasta un regalo a tus exjefes. Tenerlos presentes y cercanos puede ser benéfico a la hora de pedir una recomendación.
Recuerda siempre hablar bien de tu trabajo anterior y de tus compañeros y superiores pasados. Si hablas mal de ellos en entrevistas de trabajo o con tus nuevos compañeros, quedarás como una persona traicionera y malagradecida. No olvides actualizar tus biografías de redes sociales, sobre todo LinkedIn, para evitar futuras confusiones e incomodidades.
Una vez que renuncias, ¡ahuecando el ala!, nada de “me quedo un mes y medio más” y postergas tu partida, porque, ¿sabes qué?, ya nadie, ni tú, se toman en serio que estás ahí. Aplica la del policía rebelde: entrega tu gafete y armas de trabajo. Recuerda: cuando renuncias con gracia, dejas tan buen sabor de boca que no dudarán en recomendarte o hacerte ofertas atractivas de recontratación en un futuro. El objetivo es siempre dejar una huella intachable a tu paso.
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