Lo que nadie te dice de tener tripofobia

¡Esta nota es segura para tripofóbicos! 

Compartir

Mucha gente cree tener una fobia porque algo le da mucho asco o miedo. Pero una fobia es tener una aversión irracional y “enfermiza” a algo; algo que podría llegar a detonarte un ataque de ansiedad o pánico en cualquier momento.

TODA LA VIDA
Voy a hablar solo de mi experiencia. Todas son distintas. Yo soy tripofóbica funcional (ahora más que nunca). Supe que tenía esta fobia a las aglomeraciones de hoyos (que hasta me cuesta escribir), desde los 7 años. Llegué a mi casa de la escuela y vi algo que me disparó un ataque de gritos y llanto, cosa que muchos años después entendí (y entendió mi familia). Y por cierto, sí es hereditaria; mi mamá, mi hermana, mi primo y mi prima, la tenemos.

CÓMO SE VIVE
Cuando tienes una fobia, te vuelves experto en evitar imágenes y situaciones que te puedan detonar. Lo triste es que eso te puede pasar hasta haciendo las cosas que más amas: cocinando, viendo la tele, yendo al cine o hasta haciendo tu chamba. Y si te llegas a topar con algo, eres experto en suprimir o desaparecer esa imagen de tu mente. El problema es que eso lo logras después de pasar un buen rato bastante perturbada, ansiosa y hasta con comezón. Pero sí se logra. Con todo y eso, mi peor miedo fóbico es ver o vivir algo que NUNCA se me borre de la mente y me persiga para siempre. (Ahora sé que eso es imposible).

EL LÍMITE
Yo llevaba más de 25 años viviendo con tripofobia, de lo más normal. Me aprendí a cuidar. Me aprendí a calmar cuando algo pasaba. Y como siempre sospeché (porque googlear algo sobre el tema es impensable) que la terapia implicaba enfrentarse o exponerse a lo que más odias, tampoco lo consideré. El problema fue que, a principios de la pandemia, adopté a un gatito, y al quererlo consentir con todos los aditamentos habidos y por haber, compré un pasto para gatos y al armarlo, hubo una textura que me detonó un ataque de pánico. Grave.

COLOR ESPERANZA
Al otro día decidí ponerle el remedio que fuera, como fuera. Bueno, primero le hablé al Dr. Edilberto Peña para que por favor me medicara jajaja. Él me dijo que no sin que antes tomara una terapia cognitiva conductual. Así fue como di con el gran Dr. Omar Lopez, quien en efecto, me ayudo a tratar mi fobia con terapia de exposición. ¡Qué p*¨^e horror! ¿Cómo puede ser que solo torturándote con lo que más odias sea la única forma de curarte!?, fueron solo algunas mentadas de madre que ya no sé si pensé o se las dije al doctor.

¿CÓMOSTUVO?
Dificilísimo. Uno de los problemas más grandes es que una parte de ti se quiere curar, pero la otra parte sabe que significa que si “te curas” te vas a dejar de cuidar de tu fobia. Es muy complicado decidir, pero cuando Omar me dijo que la terapia de exposición tiene 99% de efectividad, solo que mucha gente desiste a la mitad, decidí no ser parte de la estadística y terminar. Empiezas con una lista de palabras que te detonan, después imágenes que se van poniendo más y más fuertes, hasta que un día, te gradúas. Ya no sientes que te falta el aire o ganas de vomitar o de llorar y te das cuenta de que sí puedes más que tu fobia.

POR QUÉ FUNCIONA
Seguramente lo voy a explicar en términos muy simples, pero así fue como yo lo digerí. Primero, entendí que TODAS las fobias son genéticas. Las traemos en nuestro ADN para no morirnos. Es importante tenerle miedo a lo que es peligroso: las alturas, los espacios cerrados, a volar, a que nos coma un animal, a no intoxicarnos ¡tiene lógica! Pero justamente como especie, al estar tan expuestos a todas estas cosas, se nos van yendo las fobias o quitando el miedo. Cuando en una familia, históricamente, no se exponen a algo, por tener esta fobia, no se va, entonces puede ir pasando de generación en generación; digamos que traemos un miedo “no erradicado”.

Segundo, aprendí que es imposible retener imágenes para siempre. Es decir, no se guardan como crees (gracias a Dios), se guardan vagamente, porque si tú tratas de accesar a ellas para ver cuánto aguantas, ¡ya no están o están borrosas, lejanas!

Y por último, entendí que la ansiedad es una curva que va subiendo y al llegar a su tope, TIENE que bajar. Entonces, el saber que el máximo de mi ansiedad no podía llegar a más sino irse calmando fue lo que me salvó.

 Hoy me siguen pareciendo desagradables muchas cosas, pero ya no tengo ese miedo ni me siento expuesta cada vez que necesito googlear algo. Además, el haber entendido las bases de una fobia me hizo ver que no estoy de atar, que es algo normal y que tengo las herramientas para librar cualquier crisis.

A todos los que tengan una fobia y me estén leyendo, sé que creemos que no es tan grave, y no es para tanto, pero les aseguro que no es vida sentir que te tienes que cuidar hasta cuando estás haciendo cosas que te fascinan. Busquen ayuda y venzan el miedo.

*Edilberto Peña
Neuropsiquiatra, Maestro en Ciencias Médicas y Director de Investigación-INCIDE. (55) 5160 5596 o (55) 5666 5677

¿Te gustó esta nota? Califícala

1 Star2 Stars3 Stars4 Stars5 Stars (4 votes, average: 5.00 out of 5)
Loading...

Sé el primero en comentar este artículo

Dejar una respuesta