Hábitos que están encogiendo tu cerebro

¿Eso significa que nos estamos volviendo más tontos?

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En medio de un congreso sobre evolución, el antropólogo John Hawks, de la Universidad de Wisconsin, lanzó un dato que muchos dejó boquiabiertos: “el cerebro humano se está encogiendo”. En los últimos 20,000 años, el cerebro ha disminuido su volumen. De 1500 centímetros cúbicos a 1350, esto es equivalente al tamaño de una pelota de tenis. Si esta reducción continúa, en otros 20,000 años nuestro cerebro será del tamaño del homo erectus, un pariente lejano que habitó la tierra hace medio millón de años y cuyo cerebro era de 1100 centímetros cúbicos.

Pero entonces, ¿nos estamos volviendo más tontos? Algunos científicos creen que la erosión de nuestra materia gris es una señal de que sí, pero el debate es álgido, otros creen que se ha vuelto más eficiente y rápido, que ha evolucionado para que seamos pensadores ágiles. Otra teoría dice que el achicamiento se debe a que, como otros animales, hemos sido domesticados por la civilización.

El hecho es que no nos estamos volviendo más inteligentes. En un estudio hecho en el condado de Bullitt, en Kentucky, EUA, se comprobó una gran disminución en la atención y la solución de problemas matemáticos, lógica e historia entre los estudiantes. Hay tres fenómenos que explican el achicamiento cerebral:

  • Algunas partes del cerebro diseñadas para la supervivencia se han dejado de usar.
  • La poca variedad de comida que nos metemos actualmente no nutre adecuadamente el cerebro.
  • La vida sedentaria contribuye a la pérdida de masa cerebral,  pues el ejercicio estimula la producción de neuronas.
  • Además de los malos hábitos o los cambios evolutivos, somos una especie longeva y el cerebro es uno de los órganos que más paga las consecuencias. Gradualmente se modifica sin importar la cultura, la geografía o la raza. Nacemos con 100 mil millones de nueronas, pero después de los 35 años, todos los días mueres entre 20 mil y 50 mil. Esta pérdida es mayor si nos desvelamos, nos estresamos, no comemos bien o bebemos harto. Es decir, el cerebro cambia, se transforma y hace un proceso natural: encogerse. Pasan los años y también solemos reír menos y preocuparnos más. Esto contribuye a la reducción del tamaño del cerebro y por lo tanto, también de su inteligencia.

Esto lo hará aún más chico…

Inactividad: utilizar escaleras eléctricas en lugar de caminar, pasar ocho horas en el escritorio, manejar otras tres y llegar directo al sillón.

Mala alimentación: comer azúcares y harinas refinadas en exceso. Limitar la dieta a pocos nutrientes.

Insomnio: desvelarse aunque no haya motivo, por ejemplo, perdido en ese trance que provoca la pantalla del celular.

Histeria: enojarse fácilmente, andar todo irritado, echando maldiciones a diestra y siniestra sin meditar la causa de nuestra molestia.

Vicios: el tabaco, el alcohol y otras drogas matan neuronas, sobre todo si ya se te ha hecho costumbre desquitar la frustración con sustancias tóxicas.

Redes sociales: en exceso, ocasionan que el cerebro piense menos y tenga placer sin esfuerzo, o sea, mejores beneficios a expensas de un menor gasto de energía.

Ayúdale a tu masa gris…
Aunque es imposible detener las consecuencias evolutivas, sí podemos cuidar nuestro cerebro.

Hacer ejercicio, caminar, bailar y pensar rápido hace que recibas más oxígeno. Agiliza todos los músculos, regula la presión arterial y ayuda a que el sistema inmunológico esté al tiro. El movimiento físico activa redes neuronales y se modifica positivamente la neuroquímica cerebral. Sonríes más y la tristeza pasa más rápido.

Leer, armar rompecabezas, hacer ejercicios de lógica, abrazar a los que queremos, manifestar los sentimientos, hacer actividades creativas, ver fotografías, dormir suficiente y profundo, tomar dos tazas de café al día o pertenecer a un grupo son cosas que ayudan a que el cerebro llegue más sano a la vejez.

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Médico cirujano con Doctorado en Neurociencias.

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