El cerebro y la contaminación

La contaminación en el aire genera envejecimiento cerebral, consecuencia de la neurotoxicidad en estructuras cerebrales. Las partículas contaminantes finas ambientales, generadas por la combustión, arriesgan la salud cardiovascular, respiratoria y neurológica.

En un estudio publicado en Ann of Neurology, llamado Ambient Air Pollution and Neurotoxicity on Brain Structure: Evidence from Women’s Health Initiative Memory Study, estudiando a más de mil mujeres completamente sanas, se concluyó que la contaminación del aire acelera el envejecimiento del cerebro.

El cerebro es vulnerable a los efectos de partículas suspendidas (producidas por automóviles, combustión de carbono), los contaminantes afectan directamente en el deterioro cognitivo. Las mismas partículas, disminuyen el flujo sanguíneo cerebral y el aporte de oxigeno de la sangre a las neuronas.

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Esto se identifica en personas expuestas a contaminantes, independientemente de la demografía, el status socioeconómico, el estilo de vida y características clínicas, incluyendo factores de riesgo cardiovascular o diabetes. Las zonas del cerebro más dañadas son: los lóbulos frontal, parietal, temporal y el cuerpo calloso.

En estudios de autopsia, fueron mayores los cambios cerebrales de cadáveres de niños y adultos jóvenes que viven en las zonas urbanas con altos niveles de contaminantes (se asocian con volúmenes cerebrales más pequeños).

En el corto plazo la contaminación por este tipo de partículas, puede causar el deterioro de la función respiratoria, y a largo plazo se asocia con el desarrollo de enfermedades crónicas, cáncer o muerte prematura.