Si tomas decisiones con las patas y luego te la vives pidiendo perdón, quizá tengas un cerebro impulsivo. ¿Eso es bueno o malo?
Esto no es nuevo: los impulsivos son personas que se dejan llevar por sus emociones sin reflexionar. Actúan rápido, de forma inesperada y casi nunca se detienen a pensar que todo, absolutamente todo, tiene consecuencias. Esto puede ser bueno para momentos de vida o muerte pero, por lo general, los impulsivos piden demasiadas disculpas por el resultado de sus decisiones.
Si el cerebro fuera una olla presto, el impulso sería la presión. Tiene que salir para después obtener una recompensa inmediata. Un impulso causa satisfacción pues las neuronas responsables de ellos también se encargan de la felicidad. No importa lo inapropiada que haya sido la acción o la palabrota, el cerebro se siente contento con su dosis de adrenalina.
El impulso libera:
También disminuye la liberación de serotonina para sentir menos culpa. Y aunque los impulsos activen la felicidad, disminuyen la inteligencia necesaria para tomar buenas decisiones.
Macho impulsivo vs hembra hormonal
La testosterona hace que los hombres sean más impulsivos. Están diseñados para proteger sus genes y su especie. Las mujeres cambian cada mes. Antes de la ovulación su cerebro tiene mejores conexiones neuronales. Diez días antes de la menstruación los niveles de progesterona son altos, es ahí cuando menos impulsividad tienen. Un día antes del periodo el bajo nivel de progesterona las pone mucho más locas y más impulsivas.
Lo bueno, lo malo y lo feo de la impulsividad
Generalmente un acto impulsivo viene acompañado de emociones negativas: enojo, violencia o compulsión. Además, la mayoría de las veces, estos actos son mal vistos porque ¿cuántas veces has oído que para triunfar hay que tomar decisiones pensadas y razonadas? Los impulsos están presentes en nuestra vida cotidiana cuando te enamoras, en las adicciones, en la necesidad de darse un atascón apocalíptico de chatarra. Están también en el sexo, en las compras, en las peleas. En mayor o menor medida, todos tenemos impulsos. El chiste es aprender a utilizarlos para cosas positivas y no para andarla cajeteando por doquier.
¡Que no te gane tu lado impulsivo!
1. Reconoce que lo eres y trata de enfocar esa capacidad para hacer cosas creativas.
2. Haz una lista de todos los estímulos que los desencadenan. Ser consciente de ellos reduce el riesgo de tomar malas decisiones.
3. Cuando estés a punto de golpear a alguien en la calle piensa en todos los riesgos que puede tener este acto.
4. Los impulsivos suelen generar grandes expectativas y muy frecuentemente acarrean frustración. Bájale a lo que esperas de las cosas y de la gente.
5. Distraerse es un excelente antídoto para los impulsivos. Correr, caminar o escuchar música hacen que este tipo de conductas no tenga tantas emociones negativas.
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