¿Vives de prisa? Así puedes curarte de andar siempre a las carreras

La prisa es nuestro pan de cada día. Cuando menos nos damos cuenta, ya no podemos parar: ¡corremos hasta en nuestras vacaciones!

No tienes que renunciar a tu trabajo citadino,mudarte a una comunidad menonita en medio de la nada y vender quesos para vivir lento. Puedes hacerlo donde sea porque en realidad es un estado de conciencia. Además no se trata de hacer las cosas a pasito tun tun, sino en el tiempo adecuado.

Toma en cuenta los siguientes puntos para dejar de sentirte agobiado:

1. Achica tu calendario
En vez de caer en tentación de hacer cada vez más y más, intenta hacer menos. Alivia la presión de tu agenda, saca la prisa de tu vida y disfruta más.

2. Cuestiona a tu demonio de la prisa
La próxima vez que te descubras haciendo algo con prisa -bañarte, cocinar, lavar los platos- detente y cuestiónate si realmente necesitas ir tan rápido. Si la respuesta es no, respira y baja tu ritmo.

3. Realiza un pasatiempo lento
Actividades como la jardinería, yoga, tejido (no, no es de abuela), la lectura o la pintura te pueden ayudar a adquirir el hábito de la lentitud. No es fácil darte tiempo para esto en un mundo turbocargado de pendientes, pero es un buen primer paso.

RAZONES POR LAS QUE DEBES DETENERTE

Para recargar pilas.
Nuestros cuerpos, como cualquier máquina, se sobrecalientan cuando vamos demasiado rápido.

Para mirar hacia atrás.
Es difícil crear memorias si vas demasiado rápido. Aprende a saborear tus experiencias.

Para ver el panorama completo.
Si haces una pausa para reflexionar, llegarás a las preguntas que realmente importan, como quién soy y qué hago aquí.

Para sentir placer.
Deja de correr por la vida en vez de disfrutarla. Si te detienes podrás estar en el momento de verdad.

Para conectarte.
Las relaciones se marchitan cuando tratamos de apresurarlas. Si te das una pausa podrás escuchar a las otras personas.

Para ser más creativo.
Sirve tanto en el trabajo como en otras situaciones de tu vida.

 

 

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