El síndrome del impostor describe a las personas que perciben sus éxitos como fraudes, ¿te has sentido así o crees que es parte de tu día a día?
La palabra clave es perciben porque, en la mayoría de los casos, lo que hemos obtenido ha sido productor de nuestras capacidades, esfuerzo y estar en el momento justo y el lugar correcto. Y es que sí, todo es resultado de un poco de suerte, pero más bien de la toma de decisiones que te ha llevado hasta ese momento.
Es por eso que las personas que sufren de este problema no se valoran a sí mismos y prefieren insistir en que todo fue producto de la suerte, no de su esfuerzo. Hay que decir que es más frecuente en mujeres que se ven envueltas en competencia académica o laboral de alto nivel, pero a los hombres también les pega.
Los síntomas principales de este síndrome son: 1. La sensación constante de que tus logros no son producto de un trabajo arduo y esfuerzo, sino de la suerte y de las circunstancias, y 2. La insatisfacción ante los argumentos lógicos de que esta sensación no tiene fundamento.
¿Por qué me siento así?
Ahora, no porque te identifiques con estos puntos tienen que correr al psiquiatra. El primer paso es darte cuenta de que esto existe y tiene nombre. El siguiente es echar a andar estos consejos para mejorar esta percepción alterada de ti mismo.
Consejos para dejar de sentirte un impostor
1. Empieza un registro escrito de tus logros. Trata de recordar desde cuándo deseabas lograr eso y cómo fue el proceso para obtenerlo. Mientras hace este ejercicio, vas a ver súper claras todas las dificultades y los obstáculos que superaste y te sentirás más merecedor.
2. Nombra a un juez que te diga cuándo estás equivocado y cuándo no, cada vez que detectes que se activa el síndrome. Que sea alguien que admires por su claridad de pensamiento y que te quiera suficiente para no decirte mentiras piadosas, y que tenga claro para qué lo necesitas.
3. Acostúmbrate a “pensar-analizar-actuar”, o sea deja de PROCRASTINAR. Así dejas el mejor espacio a la suerte y todo está planeado. Acuérdate de que sentirte suertudo es tu peor enemigo.
4. Deshazte de la muy, pero muy, mala costumbre de justificarte siempre cuando alguien te felicita por un logro. Hay que meterle disciplina y conciencia para dejar de hacerlo; te vas a sentir incómodo las primeras veces, pero un simple “gracias” a un cumplido funciona.
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