Primero que nada, tienes que saber que ese "odio" es normal
La relación madre e hija es una relación profunda, intensa y compleja. Tu hija está en una etapa en la que, por naturaleza, no soporta ninguna figura de autoridad, incluyéndote a ti. Para las hijas, las madres son el primer modelo de cómo ser mujer en sus diferentes roles. Pero la madre ve a su hija como su reflejo, casi una extensión de ella misma, y le es difícil verla como una persona con su propia identidad. En los primero años esto no parece ser un problema, ya que la niña quiere estar con mamá. Incluso suele idealizarla e imitarla, buscando de alguna manera ser como esa madre “perfecta”.
Cuando la niña crece, es natural (y deseable) que busque su propia identidad, dejando atrás su infancia y buscando su autonomía y su lugar en el mundo. Aunque sigue necesitando mucho de su madre, ya no es una dependencia mutua, lo que necesita es una madre que con límites y una guía sana le ayude a dar los pasos necesarios para poco a poco convertirse en una adulta con identidad propia.
Este proceso frecuentemente provoca muchos conflictos y enfrentamientos, en especial si la madre no completó su propio proceso de individuación durante su adolescencia. La hija entonces se siente atrapada entre su deseo de libertad y el amor y lealtad hacia la madre. Esta división interna suele causar mucha confusión, culpa, incluso resentimiento por ambas partes.
Como madre, tú necesitas entender que tu hija ha crecido y que esta etapa es vital para que ella pueda eventualmente volar del nido y encontrar su propio camino. Esto te está causando mucho enojo, miedo, inseguridades, angustia y este sentimiento que llamas “odio”, pero solo estás tratando de tapar tus propios miedos internos. Recuerda que es normal, pero si estás sufriendo mucho quizá sea buen momento para buscar ayuda profesional y trabajar estos temas.
Para poder construir una relación más armónica, amable y apoyadora hacia nuestras adolescentes:
Por último, me parece importante recordarte que es vital cultivar una vida plena, no solo como madres, hay otros aspectos de nosotras que son igual de importantes y nos enriquecen mucho y a la hora de que los hijos vuelan, ¡sigues teniendo cosas que hacer!
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