Lo importante es aprender la lección que la vida nos está tratando de enseñar y seguir avanzando
A veces necesitamos una tragedia, como un terremoto o una pandemia, para enfrentarnos a esta creencia errónea que tenemos de la vida y darnos cuenta de que en realidad tenemos todo lo que necesitamos para ser felices. Y más.
Y es aquí cuando echamos mano de la resiliencia, que es, literalmente, nuestra capacidad de sobrevivir con buena cara cuando las cosas no van bien, sin importar si lo que falla es nuestra salud, nuestro dinero o nuestras relaciones. Lo importante es saber que vamos a estar bien, no igual que antes, pero bien. Y aprender la lección que la vida nos está tratando de enseñar.
En la vida cotidiana la resiliencia se manifiesta cuando las personas muestran habilidades para reponerse y responder de forma adecuada y con éxito ante situaciones adversas, estresantes, tanto del ambiente laboral como del social, teniendo competencias para la vida que les permiten afrontar y comunicar de forma efectiva, por lo que dimensionan problemas como una oportunidad y no como una adversidad, manifiestan autonomía y flexibilidad. En cuanto a actividad cerebral, la forma afectivo-resiliente de reaccionar ante cierta situación está asociada con altos niveles de activación en las zonas prefrontales izquierdas, una modulación efectiva en la activación de la amígdala y una rápida recuperación en nuestra respuesta a eventos estresantes.
Peeero ¿Cómo empiezo?
Para volverte fuerte y resiliente, tienes que aceptar que algo pasó y ya pasó. Es tener la capacidad de sobreponernos a la adversidad, alguien resiliente es quien sale fortalecido de un embate. Quien resiste el golpe y se crece con él. Nos construye en una mejor versión de nosotros mismos. Lo que comemos, lo que hacemos, lo que pensamos, se vuelve materia prima para volvernos más fuertes, para enfrentar la crisis (situación crítica) y terminar con la incertidumbre.
Aquí es donde entra el duelo, debemos de aceptar la vida como es para no estarnos peleando con la realidad. Las cosas pasan como tienen que pasar y no como quisiéramos que pasaran. Aceptar que la enfermedad, los problemas, las desgracias y, claro, la muerte son parte de la vida, nos saca de la victimización y nos pone al volante de nuestra vida. Con absoluta responsabilidad enfrento la vida sabiendo que nada de lo que pasa es personal, las experiencias están ahí si quiero tomarlas así, para crecer, para subir un escalón y ayudar a subir a quien viene detrás mío.
Hoy en día los seres humanos damos prueba de resiliencia todo el tiempo. Ayudando a la pareja si se queda sin trabajo, animando a los hijos a enfrentar los contratiempos de la vida y las rupturas amorosas, aconsejando a las amigas para que se mantengan positivas y acompañando a nuestros padres a enfrentar las duras pruebas que les pone la vejez.
En Japón por ejemplo, a los floreros que se rompen no los tiran a la basura por el contrario, rellenan las grietas con oro para darle un nuevo valor y convertirlo en algo aún más valioso. Así mismo nuestras heridas cuentan una historia y sus cicatrices son nuestras insignias de batalla que demuestran que hemos salido victoriosas y que seguimos estando atentas para nuestra principal misión en la vida: amar.
Es un gusto compartir la vida con personas resilientes, que le dicen sí a la vida bajo cualquier circunstancia y que buscan siempre herramientas para crecer y ser su mejor versión. Todos y cada uno de nosotros tenemos grandes dones que podemos poner al servicio de nuestra comunidad, país y familia. Solo que no debemos permitir que el dolor de la pérdida o la ausencia nos aplaste y nos impida mostrar nuestra luz. No se muevan en la sombra, pónganse de pie y denle una respuesta a la vida ya que ello es sin duda, la mejor manera de rendir homenaje a quienes nos han amado.
¿Qué tan resiliente eres?
TOTALMENTE EN DESACUERDO 1 2 3 4 5 6 7 TOTALMENTE DE ACUERDO
RESPUESTAS
necesitas desarrollar mucho más tu resiliencia
vas bien pero de repente necesitas que te ayuden
eres una persona que siempre sale adelante
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