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¿Qué es la dismorfia y cómo saber si la tienes?

¿Pararte frente a un espejo es una tortura porque odias lo que ves? Quizá el problema esté en tu mente y no en tu cuerpo. Podrías ser víctima de la dismorfia

Redacción Moi

El trastorno dismórfico es una alteración en la manera en la que percibimos nuestra imagen física: ves lo que tu mente te dicta que veas. Si tu voz interior grita que lo que tienes enfrente es una persona gorda, eso es lo que vas a ver, así lleves cinco meses a dieta y ya hayas bajado siete kilos. Este problema genera mucha ansiedad y vergüenza, lo que puede llevar a un aislamiento social. 

Una persona con dismorfia se siente tan incómoda en su propia piel que le huye a tener vida social. En la adolescencia somos más propensos a padecerla porque atravesamos cambios físicos, hormonales y emocionales muy fuertes que no nos dejan aceptarnos como somos. Pero si esto se intensifica y te lleva a actuar de manera extrema, como caer en un desorden alimenticio (bulimia, anorexia), una adicción a las cirugías (dismorfofobia) o alguna forma de autoagresión, es un trastorno más serio y debes ir con un psiquiatra. 

Síntomas 

-Tienes fijación por un defecto físico en particular 

-Magnificas alguna imperfección insignificante 

-Piensas continuamente en recurrir a cirugías 

-Te la pasas haciendo dietas extremas 

-Tienes comportamientos obsesivos, como verte mucho al espejo, arreglarte demasiado o arrancarte la piel o el pelo 

-Crees que la gente siempre está diciendo cosas negativas de ti, burlándose o que se fijan solo en tus defectos 

¿De dónde viene?

Todos tenemos un cierto nivel de dismorfia porque el juez más duro siempre somos nosotros mismos. Pero la dismorfia como enfermedad puede venir de tus genes y anomalías en la estructura o neuroquímica del cerebro. También se puede dar cuando alguien de tu familia la sufre o tiene trastorno obsesivo compulsivo. Hay comportamientos esenciales que necesitamos en la vida adulta, los cuales se aprenden cuando nacemos. Durante los primeros seis meses de vida, sobre todo durante la lactancia, se generan y acoplan: el registro del hambre, el registro de las emociones y la saciedad. Cuando alguno de estos registros no se logra por el entorno, descuidos, maltratos en la infancia y hasta bullying por tu apariencia puedes desarrollar dismorfia. 

¿Qué ves? 

Está comprobado que como te ves, te sientes, y como las personas con dismorfia ven sus defectos magnificados, se sienten fatal. La clave es cambiar ese pensamiento a “como me siento, me veo”. Para esto se necesita atacar el problema con ayuda psicológica y por medio de una introspección guiada. Estas actividades te pueden ayudar: 

-Medita: si no sabes cómo, busca la nota “Meditación: cómo, cuándo y por dónde empezar” en revistamoi.com 

-Ten diálogos internos: “Me gusta mi cuerpo porque me permite correr y bailar”, “Doy gracias por mis ojos”, “Mis amigos me quieren porque soy considerado e inteligente” 

-Escribe cómo te sientes: resalta lo que más te gusta de ti o lo que te halagan los demás, haz una carta de agradecimiento a tu cuerpo por todo lo que hace por ti 

-Busca grupos de apoyo en internet para ansiedad y trastornos alimenticios (como healthunlocked.com) o en el Instituto Nacional de Psiquiatría 

Ponle freno a las redes 

Una investigación del Boston Medical Center descubrió que hay un nuevo factor que puede aumentar la dismorfia: el retoque. La popularidad de los filtros y apps de retoque que modifican la apariencia tiene consecuencias psicológicas graves. Esto ha llevado los estándares de belleza y perfección a una irrealidad que nos hace sentirnos imperfectos cada vez que no los usamos. Esto también es un tipo de dismorfia, porque no es que te hayas puesto más feo desde que se inventaron los filtros, sino que ya no eres capaz de verte igual. Según el estudio: 

-Entre más los usas, menos cómodo te sientes con cómo te ves 

-Las niñas con dismorfia usan las redes sociales y sus filtros para lograr validación estética

-El uso excesivo de filtros desconecta de la realidad y crea expectativas falsas de cómo “tienes que verte” 

-Esto es especialmente malo para gente que ya tiene dismorfia y adolescentes propensos a ella. 

-Eres más propenso a la dismorfia si estás presionado por tu entorno a cumplir ciertos estándares o si tu autoestima está frágil. 

Para que no te pegue, necesitas mucho trabajo mental. Es importante mejorar tu aceptación, cambiar tu forma de verte y quererte, y hacer las paces con esa voz interna que no te está permitiendo verte tal cual eres.

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Equipo moi.