¿Qué dicen los kilos extra de tus hijos?

Puede ser inseguridad, necesidad de atención y reconocimiento, búsqueda de aceptación o un simple descuido de la dieta. Pero nunca es su culpa

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Por: Adriana Esteva

La obesidad infantil no se puede ignorar y hay formas de prevenir la que aparece por cuestiones emocionales. No dejes que tus hijos se coman sus problemas, ¡ni los tuyos!

La comida no es puerta de escape
Si el ambiente en casa amargo, es normal que tus hijos intenten llenarse de sabores más agradables, como el de la comida, que también sirve para escapar de una situación que no saben manejar. La comida se vuelve un “sustituto” para satisfacer necesidades que deberían ser cubiertas por los padres.
¿Qué hacer? Debes explicarles que es válido lo que sienten, puedes usar frases como: “veo que tienes los ojos rojos y te tiembla la barba, me imagino lo triste que te sientes. Si quieres llorar está bien, yo lo hago cuando estoy triste”. Ayúdales a darle nombre a lo que sienten: ¿te sientes frustrado?, ¿incapaz?, ¿aletargado?, ¿amoroso? Se trata de ayudarlos a resolver lo que sienten comunicándolo, no comiendo.

Premio o castigo
Usar la comida como recompensa manda el mensaje de que la aprobación (o desaprobación) viene de afuera. Esto, además de generar condicionamiento (si comes bien te doy un dulce), aleja a los niños de obtener la satisfacción plena que da el manejo apropiado de los límites. Luego buscarán la gratificación inmediata. 
¿Qué hacer? 
Enséñales que es adentro, no afuera, donde se encuentran las señales para saber todo: ¿qué comer, cuándo comer, cómo comer y cuánto comer?

Amor
Aquí aparece el famoso “te hice esto con todo mi amor”, cuyo subtexto es: “si no te lo comes no me amas”. No se te ocurra decirles que coman bien para que su papá no se enoje, porque enviarás el mensaje de que su forma de comer tiene el poder de complacer o dañar a los demás.
¿Qué hacer? No los obligues a comerse todo lo que hay en el plato y no los dejes comer mientras ven la tele o hacen la tarea.

Método de control
Cuando no podemos tomar algo por la buena, lo tomamos por la mala, por ejemplo, una mamá que se está matando con una dieta y entonces para quitarse el antojo (de forma retorcida) hace que sus hijos se coman todo lo que ella no puede. Las restricciones mal llevadas terminan por salir en otro lado.
¿Qué hacer? No satanices ni endioses la comida. ¿A ti qué alimentos te causan más tentanción? Los prohibidos, ¿no? No les enseñes eso.

LO QUE DICEN SUS KILOS…

“Quiero ser visto”
Los niños aumentan su tamaño para ser respetados, para crecer ante circunstancias de extrema responsabilidad para las que no están preparados. Es como si con el peso se pusieran un letrero que dice: ¡No pasar! ¡Propiedad privada!
¿Qué hacer? Dales herramientas para que exploren el mundo que los rodea. Márcales límites asertivos y respeta los suyos. Crea espacios en los que tengan libertad.

“Me como mis problemas”
Mejor veme a mí y no lo que hay detrás, me como yo los problemas para liberarlos a ustedes. El sobrepeso puede ser un intento inconsciente por desviar la atención de algún problema entre los padres.
¿Qué hacer? Toma la responsabilidad de tus acciones y decisiones. No los pongas de pretexto para quedarte en una relación o para no buscar trabajo. Dales congruencia. Hazte cargo de ti. No centres tu atención en su forma de comer, sino en escucharlos.

“Kilos de protección”
Como una coraza contra cualquier tipo de abuso, el sistema desarrolla una autodefensa para compensar la incapacidad del entorno de prover esa segurdad que todo niño requiere para su sano desarrollo.
¿Qué hacer? Transmítele no solo con palabras, sino con hechos que su cuerpo es sagrado y merece ser respetado. Respeta su decisión de no querer darle besos a la abuela. No lo ridiculices, ni expongas frente a los demás.

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