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¿Qué daño te hacen las excusas?

Dicen por ahí que existen dos tipos de personas: las que tienen éxito y las que no. Las primeras, generalmente se enfocan en acciones y resultados, y las segundas tienen una excusa para todo ¿Cuál eres tú?

Helios Herrera

Una excusa es una razón “lógica” para no hacer lo que se tenía que hacer y debe ser lógica porque debe ser creíble. Es el permiso que nos damos mentalmente para no hacer lo que debemos, y obvio, por simple ley de causa y efecto, las consecuencias y efectos negativos llegan tarde o temprano. Entonces nos inventamos una y otra excusa para justificar lo que pasa hasta que estamos envueltos en una bola de pretextos.

Poner excusas es un aprendizaje que adquirimos desde que somos niños. Aprendimos a justificar conflictos en lugar de enfrentarlos y resolverlos.

Por ejemplo, piensa en cuando sacabas una mala calificación en matemáticas, llegabas a casa con la boleta y, al verla, tu papá enojado te preguntaba: “¿por qué esa mala calificación?”. En ese momento de estrés y miedo, tu cerebro solo pensaba en salvarse y encontrar una forma de calmar su ira y terminabas diciendo: “papá, es que no le caigo bien al maestro”. ¡Y listo! Se acababa el problema porque había una explicación.

Pero ahora, a la distancia, piensa, ¿alguna vez esa explicación solucionó el problema? Seguramente no, sin embargo, nuestro propio entorno familiar nos enseñó a justificar nuestras fallas en vez de enfrentarlas y poder solucionarlas.

YA ESTÁS GRANDECITO

Desafortunada o afortunadamente, en el mundo adulto solamente podemos avanzar si somos personas que resuelven los problemas y entregan resultados, ya no podemos avanzar con justificaciones.

Otra cosa que debes saber sobre las excusas es que son parte de un ciclo que no solamente nos incluye a nosotros, muchas veces las usamos porque las vemos como una puerta de salida que también se abre en otros niveles. Es por eso que muchas veces no solo somos quienes damos excusas, sino que las aceptamos de los que nos rodean porque nos da flojera solucionar el asunto de fondo.

Un ejemplo muy claro es cuando tu jefe te pide resultados, y tú le entregas la mitad en números y la otra mitad en excusas del tipo “es que la crisis”, “es la época”, “fue la pandemia”. Si tu jefe las acepta, es muy probable que cuando el director le pida resultados, se repita el mismo procedimiento y tu jefe también entregue la mitad en números y la otra mitad en justificaciones, dando lugar a un ciclo interminable de “pago con excusas”. Quizá a ti mismo tus compañeros te hayan dado un montón de excusas de ese mismo proyecto que tú tuviste que entregar y por no indagar o por evitar broncas con ellos, prefieres ir a poner tu cara de &%·=)/. 

CÓMO SALIR DEL CICLO

Te invito a hacer un ejercicio práctico y efectivo. Piensa en tres personas que sean exitosas y que consideres un ejemplo por todo lo que han conseguido en su vida.

Una vez que las tengas en mente, trata de recordar cuándo fue la última vez que dieron excusas para no hacer o conseguir lo que les tocaba. Es probable que nunca, entonces, qué tal si sigues su ejemplo y dejas de pagar con excusas y al mismo tiempo no las recibes de alguien más.

¿No sabes cómo? Empieza con estos cinco tips

OBSERVA: es importante que mires cuándo y cómo utilizas las excusas para que puedas crear un método que libere tu mente y la obligue a crear y actuar, en lugar de justificar. Si es necesario, pide ayuda

IDENTIFICA: escribe los resultados buenos y malos que tienes cuando lanzas una justificación, luego imagina los resultados que tendrías si hubieras actuado en vez de poner un pretexto

DEVALÚA LAS EXCUSAS: no uses excusas como forma de pago, NO LAS ACEPTES, no pidas explicaciones sino resultados. Piensa en ellas como una moneda devaluada que vale cada vez menos

TRABAJA CON TU MENTE: tu mente fue hecha para crear, por lo que si le pides alternativas y soluciones, te las dará. Pero si le pides excusas, también lo hará, entonces tienes que saber qué pedir

RECONÓCETE: reconoce el gran poder creativo y transformacional que como ser humano posees y ten siempre presente que el daño más grande te lo generas tú mismo al inventar justificaciones sin generar acciones

Es hora de poner fin a las excusas, toma las riendas de tu vida y alcanza todo aquello que siempre has deseado. Al final, al único a quien debes rendirle cuentas es a ti. ¡No te engañes! Deja de justificarte y pon manos a la obra 

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