Qué cambia en el cerebro de un hombre al ser papá?
Qué cambia en el cerebro de un hombre al ser papá?

¿Qué cambia en el cerebro de un hombre al ser papá?

¿Padre primerizo y tus sentimientos están a flor de piel? Conoce qué cambia en el cerebro de un hombre al ser papá y qué puedes hacer para conectar más con tu crío.

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En el primer segundo que un hombre se convierte en papá, ve a su bebé, tiene contacto físico con él y lo convive, su cerebro revoluciona casi igual que como lo hace el de la mujer durante los meses de embarazo. Conoce qué cambia en el cerebro de un hombre al ser papá.

¿Qué pasa en el embarazo?

El embarazo va junto con pegado con los cambios en la actividad de núcleos neuronales del cerebro de la mujer, estos están relacionados con la memoria, el aprendizaje, la interpretación de conductas o reglas sociales, la regulación de horarios, sueño, hambre y saciedad, sensibilidad, audición, lenguaje y hasta toma de decisiones. Todo esto a partir del hipocampo e hipotálamo, todas estas partes del cerebro, pero bueno, no entraremos en clase de biología.

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En resumidas cuentas, con el primer crío es fácil que a la mujer se le vayan cosas, pero jamás olvidará las relacionadas con el bebé. A esto hay que sumarle que ellas tienen más oxitocina que un hombre, y todavía aumenta más a partir del segundo trimestre del embarazo. Esta hormona del amor se relaciona también con el trabajo de parto, lactancia, empatía y apego, con esto para nada queremos decir que al hombre le valga o no tenga sentimientos con la llegada del crío.

¿Qué cambia en el cerebro de un hombre al ser papá?

Los seres humanos somos una especie que se caracteriza por su inteligencia, construcción de recursos sociales y al mismo tiempo, nos preocupamos por la atención en los hijos y el cuidado de la mamá. El cerebro de los que pronto serán padres también presenta una neuroplasticidad, y su característica principal es incrementar las facultades de procesar información y la toma de decisiones.

Aunque ellos no experimentan los cambios hormonales y fisiológicos asociados con el embarazo, el parto o la lactancia, sí pasan por alteraciones fisiológicas para satisfacer la demanda de sus descendientes. Por ejemplo, su memoria mejora y el tiempo destinado a poner atención aumenta, el detonante de las emociones cambia y las motivaciones encuentran nuevas causas, de hecho, también modifican su apetito, el sueño y las causas del estrés.

Pero todo esto sucede a partir del nacimiento y no antes, esto quiere decir que el cerebro del papá está condicionado a cambiar siempre y cuando vea, abrace e intercambie aspectos conductuales a través del contacto físico con el crío.

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Se hace a la primera

Hablando de la sensibilidad de un padre primerizo, estructuras neuronales como el giro del cíngulo, la corteza prefrontal ventral y la unión temporo-parietal de la corteza cerebral, así como la ínsula, incrementan su función, conexión y eficiencia. Esto se traduce en que la atención ante el llanto de un bebé es mayor que cuando se detecta la risa. O sea que, los padres reaccionan más ante el lloriqueo y suelen relajarse con las risotadas.

El primer hijo

Es el nacimiento del primogénito el que más puede enseñar y cambiar la conducta de los hombres. Después del primero, se ha investigado y confirmado que los cambios sinápticos ya no representan más importancia.

Poco a poco

Los cambios anatómicos en el cerebro de papá aparecen de forma gradual y es algo imperceptible. No todos los hombres que tienen hijos pasan por las mismas alteraciones neuronales de conectividad, como tampoco lo hacen en la expresión de conductas.

Pero lo que sí es un hecho es que en promedio seis meses después de estar abrazando a sus hijos, incrementan los niveles de oxitocina, la percepción de cuidado y la emoción de amor se hace grande, la construcción de apego y la de las sensaciones de comunicación social suben significativamente.

Salud mental de papá

En un marco de adecuada salud mental, la paternidad puede generar una motivación social y una disminución de las conductas agresivas. El desarrollo del vínculo emocional se debe al incremento de oxitocina y disminución de testosterona y cortisol.

Evidencias recientes señalan que la betaendorfina, un neurotransmisor relacionado con el bienestar y las adicciones, está involucrada también en estos procesos, por lo que abrazar a sus hijos, sentir su calor, besarlos o también dormir junto a ellos, otorga un vínculo afectivo muy grande. Es por esta razón que la paternidad regala un beneficio cognitivo y una comprensión social más eficiente, buscando con ello encontrar una sincronía entre el cerebro del padre y el de su hijo.

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Patrones de estrés

La paternidad genera modelos de activación neuronal aguda que en otras condiciones sociales o ante la vida no se miden. La respuesta de cargar a un bebé, hablarle o identificar situaciones que lo ponen en riesgo hacen que pongan más atención, cambien su comportamiento sexual, social, generan emociones de atención inmediata o, en su defecto, incremento de las condiciones de percepción de estrés. Estos patrones se observan un mes después del parto y aumentan mucho más después del cuarto mes del nacimiento de su hijo.

Los cambios anatómicos y químicos cerebrales pueden disminuir o parar totalmente cuando se alejan del núcleo social o de la presencia de sus hijos, por ejemplo, ante la ausencia del hijo o en caso de un divorcio.

Lo hombres también tienen depresión potparto

Se sabe que hasta el 56% de las mujeres son candidatas para desarrollar la depresión posparto, algo que se ha convertido en un tema de conversación y atención. Lo que pocos hablan, es que ellos también la sufren. Según el estudio “Depresión Posparto Paterna: Visibilidad e Influencia en la Salud Infantil” de Rafael A. Caparrós-González y María de la Fe Rodríguez Muñoz, la DPP-P es capaz de afectar al 50% de los hombres cuyas parejas la sufrieron también.

Algunos factores para este diagnóstico son rasgos biológicos como los bajos niveles de cortisol, prolactina, oxitocina y testosterona, así como los psicológicos como la depresión posparto materna, falta de apoyo social, cambios en la relación de pareja, resentimientos hacia el bebé o sentirse excluido por su llegada y hasta emociones de abandono.

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La mayoría de los padres cambian su cerebro para ser mejores individuos, para cuidar, para tolerar, para aprender. Algunos, que sufrieron en su infancia, expresan menos estos cambios positivos en su fisiología neuronal, pero se pueden cambiar, cuando se es consciente, a través de aprendizajes, motivación y entrenamiento psicológico. A todo esto, podemos decir que tener hijos es una experiencia cerebral que deja huella.

 

 

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