¿Por qué necesitas dejar de ser envidioso?

¿Te la pasas quejándote de lo que hacen o tienen tu vecino y tu hermana? ¿Poniendo el dedo en la llaga, diciendo o pensando que no se lo merecen? ¡Checa esto!

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Cuando sientes que tienes una desventaja con relación a otra persona o que alguien tiene algo mejor que tú, estás experimentando un sentimiento universal y muy doloroso que conocemos como envidia.

Pensamos que estas diferencias entre nosotros y otras personas no deberían existir. Y sufrimos. Si todos somos iguales, ¿no deberíamos tener, si no las mismas cosas, al menos las mismas oportunidades? Y a veces ni siquiera es que seamos iguales, a lo mejor yo no me he esforzado tanto y el otro sí, pero yo creo que somos iguales porque yo siento que me he esforzado lo mismo y no es verdad. Entonces, que no tengamos lo mismo es una injusticia.

Aparecen la hostilidad y el enojo, hay mucho resentimiento y sobre todo mucho sentimiento de inferioridad por esta aparente injusticia y a veces oculta tras de esto está la tristeza, la tristeza de no poder alcanzar lo que siento que merezco. Hay quien dice que la envidia es el pesar del bien ajeno, es decir, cuando alguien tiene un bien o le va bien, a mí me pesa o me causa pesar, aunque eso no me afecte, simplemente es que no quiero que el otro lo tenga porque yo tampoco lo tengo. Prefiero que si no lo tenemos los dos, mejor ninguno.

DE LA MALA

¿Te la pasas quejándote de lo que hacen o tienen tu vecino y tu hermana? ¿Poniendo el dedo en la llaga, diciendo o pensando que no se lo merecen? ¿Minimizas sus logros, metiendo cizaña, pensando que segurito hubo mano negra, porque es primo de quién sabe quién, dio un soborno o se acostó con alguien? Y además de todo, no haces lo que tendrías que hacer para obtener lo que según tú taaanto quieres.

TODO SE APRENDE

La verdad es que en algún momento todos sentimos envidia, pero no todos nos estacionamos en ese sentimiento. El chiste es que cuando sintamos ese gusanito, volteemos a ver nuestra realidad y pensemos “qué puedo hacer para que también me vaya bien”.

Pero no lo hacemos porque nadie nos enseñó. Si en la familia siempre estaban quejándose de otros, de los ricos, de los que tenían mejor auto, pues no conocemos otra cosa.

Yo no digo que nos alegremos porque el vecino se compró un coche de lujo, ¡francamente nos debería dar igual! Lo que no debemos hacer es ir a tocarle para decirle “¡ay vecino, qué bueno! qué bonito coche, felicidades” y cuando te das la media vuelta le digas a tu mujer, “este vecino qué se siente, pero si yo sé de dónde viene”.

Desde chicos nos enseñaron (con el ejemplo) que hay que criticar, quejarse de los demás, señalarlos y pensar que si no tenemos nada es porque el mundo es injusto, no porque somos flojos o no nos da la cabeza.

No todos podemos ser Bill Gates ni Scarlett Johansson, hay limitaciones genéticas, físicas y mentales. El chiste es ubicarnos en nuestra realidad, darnos cuenta de que hay diferencias, porque así también se mitiga un poco la envidia. Recuerda que donde no hay comparación no hay envidia. Estamos todo el tiempo comparando para mal, hacia arriba con los que están mejor que yo y nunca agradecemos lo que sí tenemos, no nos aplaudimos por lo que hemos conseguido.

Compararnos con otros nos lleva a sentir envidia, por eso dicen que las comparaciones son odiosas

MITÍGALA

La contraparte de la envidia son la indiferencia y la generosidad. Me explico.Si te da lo mismo lo que tenga o no tenga tu compañero de oficina, entonces no experimentas la envidia porque ni te pasa por la cabeza el que tú tengas más o menos. Pero también compartir lo que tienes te ayuda a ser menos envidioso porque quiere decir que aprecias lo que tienes y te has ganado.

No necesitamos tenerlo todo, ni lo más maravilloso, pero uno puede ser compartido y generoso hasta en los buenos deseos. Si bien no me voy a alegrar porque a otro le vaya bien, al menos no me voy a entristecer, no me voy a enojar y sí guardaré un sentido generoso de empatía, un “qué bueno, se lo merece”. Aunque no conozca a la persona, si me dijeran que disfruta un logro, yo diría “algo bueno habrá hecho para llegar hasta allá”. ¿O no te dio gusto cuando Leonardo DiCaprio por fin ganó su Oscar?

A TU FAVOR

La verdad es que la envidia no te sirve de nada, pero las comparaciones sí las puedes usar a tu favor si las canalizas bien. Quizá yo no sabía que se podía lograr equis cosa, o pensaba que nunca podría conseguir tal, y veo que mi amiga de la prepa lo logró. Si me pongo a averiguar sus procesos (mientras no sea matar o robar, digamos que así no lo quiero) y lucho por conseguirlo yo también, ya me sirvió eso de estarme comparando.

Usa a tu favor las comparaciones que pueden producir envidia para que te muevan a actuar para lograr lo que hemos visto que el otro tiene y nos gustaría tener también, siempre que eso no ponga en juego nuestra integridad.

QUÍTATE LO VERDE

Para empezar, deja de hacer comparaciones. Hay quien siempre está fijándose en lo que otros tienen o hacen, pero es mejor fijarnos en lo que tú tienes y en si te da satisfacción y alegría. Si no, busca qué puedes hacer, toma el ejemplo de personas que hayan logrado cosas que te gustaría y velas como inspiración en vez de foco de envidia, porque una comparación que no inspira, es una comparación inútil. Cada vez que sientas envidia, piensa en algo valioso que tengas o hayas logrado y agradece.

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Tanatólogo y psicoterapeuta. Experto en pérdidas, autor de Los claroscuros del amor y el auténtico rockstar del amor.

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