Eres lo que decides

No creo que exista una manera de controlar la vida, las cosas que van a pasar van a pasar, pero nuestras decisiones pueden modificar algo

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La vida es una eterna decisión entre cosas simples y cosas complejas. ¿Cómo saber entonces si la decisión que hemos tomado o estamos a punto de tomar es mala o buena? Cuando era aún muy joven, una persona me dijo: “Aura, haz lo que tú quieras con tu vida, pero piensa siempre que todas tus decisiones tendrán una consecuencia. ¿Estás lista para afrontarla?”.

Quizá entonces, más que tratar de definir una mala decisión, debemos hablar de los factores que nos llevan a tomar decisiones que no nos ayudan a ir hacia donde queremos:

FALSA CONFIANZA
Creer que lo sabemos todo o que, porque somos buenas personas o muy creyentes, la decisión que tomemos traerá los resultados esperados. Puede que sea así pero , ¿y si no? Lo mejor que puedes hacer es tener un plan B, y si es posible un C. Un ejemplo muy clásico: renuncias a tu trabajo para dedicarte 100% a algo que planeas que se convierta en tu propio negocio. En vez de renunciar y aventarte al estilo kamikaze, puedes prepararte con tiempo, tener ahorros, un trabajo de medio tiempo que cubra lo básico, en fin, un plan de reserva.

DECISIONES EMOCIONALES “EN CALIENTE”
Tomar decisiones basadas en emociones repentinas es siempre una mala fórmula. Aunque hay decisiones que deben de ser tomadas de manera casi inmediata, para muchas otras necesitamos controlar esa impulsividad que normalmente sigue a emociones a corto plazo (ira, miedo, incluso entusiasmo exagerado). Es mejor tomarnos el tiempo necesario para calmarnos (se aun ahora, unos días o semanas) y decidir desde un espacio de serenidad. Recuerda el viejo refrán, “la prisa es mala consejera”; pocas veces la impulsividad nos lleva a buenos lugares.

MIEDO
Esta emoción es la que con más frecuencia nos lleva a tomar decisiones que van en contra de nosotros, porque cuando decidimos con miedo nos basamos en lo que queremos evitar y no en lo que queremos obtener. “No, mejor no le pido a mi jefe el aumento, no sea que se enoje y me cora”, “sí, me voy a casar con él; no lo amo pero no me sentiré tan sola”.

CREENCIAS ARRAIGADAS
Es importante abrir la mente y no pensar que eso que creemos es la verdad absoluta; confrontar tus propias creencias es inteligente. Muchas veces buscamos opiniones de personas que sabemos que piensan igual que nosotros solo para que nos hagan sentir bien, pero es mucho más sensato conversar de forma madura con personas que aporten otros puntos de vista, no para hacer lo que ellos opinan sino para enriquecer tus propias opciones y tomar la que mejor te parezca.

HACER LAS COSAS PARA QUEDAR BIEN CON OTRAS PERSONAS
Buscar opiniones a veces es sensato, pero aguas con ser una persona que toma decisiones basándose en lo que otros esperan de ti, lo que otros opinan de tu vida y lo que tu madre, tu jefe o tu mejor amiga quieren que hagas. Conozco muchas mujeres jóvenes, entre 30 y 38 , que no están muy convencidas de casarse y tener hijos pero de todas formas viven angustiadas por la presión de la familia, de las amigas, de la sociedad en general. Puede que cedas en el vestido que llevarás a la boda de tu prima para no pelear con tu mamá, pero hay situaciones en las que tienes que estar segura de que esa decisión es algo que tú realmente deseas y pelear contra quien sea por ello.

¿TÚ QUÉ HARÍAS?
Preguntar esto puede dar tranquilidad porque es literalmente colocar en otro la responsabilidad de tu vida. Pero esto no funciona, el otro es el otro y es como preguntarle a un gato qué haría si estuviera en el lugar del perro… No sirve de nada. Nadie puede saber qué haría si estuviera en tu lugar porque nunca estará realmente ahí.

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Psicoterapeuta especializada en la codependencia y las relaciones de pareja. Imparte conferencias y talleres. Es autora de dos libros: Amor ... ¿o codependencia? y Lo que ellos dicen sobre ellas

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