¿Cuál es mi propósito en la vida? A lo mejor te has hecho esta pregunta muchas veces sin encontrar respuesta claras y más bien terminas angustiado
El primer paso es salir del estado mecánico de gestión. ¿Qué significa esto? Hacer las cosas sin control ni decisión de actuar; repetir formas de reacción sin reflexionar si es la mejor respuesta a las situaciones que estás viviendo.
Es como si al despertar te pusieras en piloto automático y arrancaras el día como siempre, haciendo las mismas cosas dizque viviendo tu vida. Cuando se vive en estado mecánico de conciencia, no se puede tener autonomía ni decisión sobre lo que se hace. Millones de personas viven así y cuando las cuestionan sobre por qué hicieron las cosas como las hicieron, no tienen fundamento o se limitan al “pues es que siempre lo he hecho así”.
Vivir mecánicamente, es decir, sin conciencia, lo único que provoca es que día con día nos alejemos más de nuestro propósito de existencia.
El segundo paso es entender algunas definiciones. ¿Qué tienen que ver los conceptos de meta y objetivo en el tema del propósito?
Meta: es el fin al que se dirigen las acciones o deseos de alguien. Es a dónde se quiere llegar y lo que queremos alcanzar.
Objetivo: se refiere a lo que hay que hacer para alcanzar la meta; debe tener una dirección clara y ser lo más específico posible, con métricas puntuales de seguimiento y fechas de cumplimiento e inicio.
Propósito: es lo que da significado a la vida, a lo que haces. Es el ánimo de hacer o de no hacer algo.
El tercer paso es aclarar algunas ideas erróneas sobre el concepto de propósito, que vale la pena explicar:
Error 1: el propósito de vida es algo que se encuentra.
Una frase de Mark Twain dice que “los dos días más importantes en la vida son cuando nacemos y cuando encontramos por qué”. Muchos encuentran su significado de vida después de un fuerte accidente, enfermedad o situación que los hizo replantearse su vida, pero no debemos esperar a que eso suceda.
Vamos por la vida sin saber para qué hacemos lo que hacemos: jóvenes de 20 años que estudian porque “deben”; gente de 40 trabajando en algo que no le llena ni la hace crecer ni ser felices. Ambos casos solo producen frustración y toxicidad emocional.
Hay una técnica para encontrar ese significado y consiste en analizar en dos niveles lo que se está haciendo. El primero es meramente descriptivo (qué) y el otro identifica CÓMO eso que hacemos trasciende en nuestra vida y nuestro entorno.
Muchas veces, nos centramos en lo que HACEMOS transaccionalmente, pero no ponemos atención en lo que NOS HACE SENTIR. El propósito ES ALGO QUE TÚ CONSTRUYES, no algo que se encuentra. Tenemos que darle sentido a lo que decidimos hacer… nosotros tenemos que DARLE significado.
Ejemplo:
Primer nivel: ahorita estoy escribiendo una artículo, es decir, transaccionalmente “solo” estoy escribiendo.
Segundo nivel: estoy plasmando algunas ideas y conceptos que, por lo menos, espero le sirvan a una persona para que pueda aclarar sus ideas y encuentre un camino transformacional de vida.
Cuando se encuentra el PARA QUÉ se hacen las cosas, la vida toma un significado diferente: no solo pagas la colegiatura de tu hijo, estás invirtiendo en las bases para que él pueda ser autónomo y próspero en su vida adulta.
Error 2: el propósito es una sola cosa en la vida.
La mayoría de nosotros tenemos múltiples fuentes de propósitos si nos atenemos al concepto de los cinco roles de vida: familiar, de pareja, profesional, social y personal. Cuando nos entendemos desde nuestras diferentes facetas de vida, podemos encontrar distintos propósitos. Es decir, con base en lo anterior, desmitificamos que solo tenemos un propósito de vida, pues hay muchos; así que debemos inventarnos muchos SIGNIFICADOS y DARLES vida.
Error 3: el propósito es estable toda la vida.
A partir de lo que hemos dicho, podemos entender un concepto más amplio sobre el propósito, pues cambia conforme crecemos y se modifica nuestro entorno. Es decir, nuestros propósitos son muchos y cambiantes. De todos lo que pudiéramos tener e ir modificando, solo hay un par que deben mantenerse: SER FELIZ y buscar el bien común.
Lo bueno (y lo malo) de hacer ejercicios de conciencia, es que una vez que detectas algo, ya no hay vuelta atrás. Es decir, ahora que sabes cuál es tu propósito, no dedicarte a él o seguirlo, te puede provocar inconformidad o hasta infelicidad.
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