Además te vamos a dar unos ejercicios de infarto para que te vuelvas un hugger profesional.
En el mundo siempre te vas a encontrar con personas que cero les gusta que los estén tocando, pero si a ti lo que te pasa es que te cuesta trabajo abrazar a la gente, acá te contamos la razón.
Obvio hay razones psicológicas detrás de la dificultad para andar de apapachador, pero no siempre es por lo que tú crees, así que es importante que tomes algunas cosas en cuenta antes de iniciar con una nueva aventura abrazadora.
Además de contarte todo lo que tienes qué saber sobre por qué se te dificulta, te dejamos unos ejercicios con los que poco a poco, y sin correr, puedes ir cambiando.
¿Te digo una cosa? El acto de abrazar puede simbolizar una mayor cercanía emocional, y si eres de los que tiene miedo a la vulnerabilidad o a ser herido emocionalmente, se te puede dificultar la expresión física de afecto.
Practica la apertura emocional compartiendo poco a poco tus pensamientos y sentimientos con personas de confianza. Esto puede ayudar a que te sientas más cómodo con la idea de la intimidad emocional, lo que puede facilitar el abrazo.
Si lo tuyo es la ansiedad social, de que cero puedes ir a una fiesta sin estar sudando, puede ser que te sientas incómodo al interactuar físicamente con los demás. El miedo al juicio o la evaluación negativa puede influir en la reticencia para abrazar.
Comienza con pequeños gestos de contacto físico, como un apretón de manos. A medida que te sientas más cómodo, puedes aumentar gradualmente la cercanía física. Practica en entornos seguros y con personas de confianza.
Si te ha pasado que en el pasado te han rechazado o abandonado, puede que tengas por ahí algunos traumas que pueden generar una repulsión a la intimidad física.
Reflexiona sobre las experiencias pasadas y, si es necesario, busca apoyo profesional para procesar y superar cualquier trauma. La terapia puede ser útil para abordar las emociones asociadas y aprender a confiar de nuevo.
En este caso ya la situación se pone más tensa, y es que si eres de los que siente todo, que en cuanto te tocan ya te quieres morir, es posible que un abrazo te llegue de golpe y sientas que no vas a poder lograrlo.
Practica la conciencia corporal a través de la meditación o técnicas de relajación. Esto puede ayudarte a entender y gestionar mejor tus sensaciones corporales, permitiéndote establecer límites de manera más clara.
Las diferencias culturales o las dinámicas familiares pueden influir en las actitudes hacia el contacto físico, si eres de algún país o de una familia en donde nadie se abraza, obvio no vas a poder apapachar al mundo.
Aprende sobre las normas culturales relacionadas con el contacto físico y reflexiona sobre cómo tu educación familiar ha influido en tus actitudes. Puedes gradualmente desafiar y ajustar estas percepciones a medida que te sientas cómodo.
Es importante que el primer abrazo que des sea contigo mismo, no sientas que sí o sí debes andar tocando a la gente o que la gente te debe tocar, avanza a tu propio ritmo, y si las dificultades persisten, considera la posibilidad de buscar el apoyo de un profesional de la salud mental que pueda trabajar contigo para explorar y abordar estas preocupaciones más a fondo con un profesional.
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