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Master moi Anuario

¿De dónde viene la avaricia y cómo alejarla de ti?

El término más cercano a esa aflicción mental es la codicia, misma que siempre va acompañada de la sed, el hambre y el deseo de tener insaciables

Alexis Alanis

Por Tony Karam

¿Por qué se da? Por la concepción de que, a través de ese medio, vamos a obtener una dimensión de felicidad genuina, estable y duradera.

Naturalmente, el problema con esta mecánica mental de la codicia es que pensamos que el dinero, los bienes materiales, las cosas, el nombre, la fama, el reconocimiento, los diferentes estímulos sensoriales, el poder y la influencia, operan y sirven como causas genuinas de bienestar duradero. Pero ese tipo de “bienestar” es un impostor, es placer hedónico, que solo se consigue a través de los sentidos, de objetos y de cosas externas, mismas que por naturaleza, son transitorias y temporales.

EL TOQUE DE DISTINCIÓN
Antes de seguir, definamos los conceptos de placer hedónico y bienestar genuino. El placer hedónico es el que depende de tus sentidos y por naturaleza también es temporal, transitorio y relativo. Por ejemplo, el placer de comer algo sabroso es temporal porque depende del sentido gustativo, es relativo a muchos factores como el que tengas hambre, porque al tener hambre determina que veas ese estímulo como agradable, cuando no tienes hambre no lo ves así -porque lo agradable del estímulo no está en el estímulo, sino en la mente que lo percibe-, de lo que no estás consciente cuando eres presa de esa mentalidad de aferramiento, codicia o avaricia.

Ojo: no hay nada de malo con el placer hedónico, lo que lo pervierte es exigirle lo que no puede aportar. Si le exiges al croissant que te aporte bienestar permanente, por más que te empecines lo más que te puede aportar es un placer temporal y relativo.

Ahora, el bienestar genuino y duradero no radica en ninguna de tus bases sensoriales, no depende de lo que tomas o extraes del mundo, sino más bien de lo que traes a este. Depende del equilibrio interno que cultivamos. Una relación de sabiduría de la persona con el entorno y del entendimiento de una mente y cuerpo en genuino equilibrio, ESO es lo que nos brinda un bienestar genuino.

¿POR QUÉ ERES ASÍ?
La codicia viene de la ignorancia. Ese desconocimiento de la naturaleza de las cosas en el que nosotros exigimos que lo transitorio tenga permanencia y duración. Esa ignorancia es la que detona la mentalidad de la codicia y nos conduce a exagerar las cualidades positivas de una estímulo subjetivo. Temporalmente le proyectamos cualidades positivas que no tiene, nos aferramos a ese punto de vista y le exigimos que nos aporte bienestar genuino. Cuando te ves insatisfecho, la mentalidad se refuerza y buscas otra cosa, otra persona, otro estímulo, siempre con esa esperanza y siempre con la insatisfacción y el hambre exacerbadas, por lo tanto, crecen la codicia y el dolor.

EL ANTÍDOTO
Por un lado, es la capacidad de distinguir entre el placer hedónico y el bienestar genuino. Mientras el individuo no puede establecer esa distinción, la codicia, la avaricia, el apego, el aferramiento o como le quieras llamar, se exacerba. Algo que también puede ayudar es el cultivo de la generosidad, que es la capacidad de dar y viene acompañada de lo contrario a la codicia, que es el desapego.

INDIFERENCIA MATA
Dejemos muy claro que el desapego no es indiferencia, la indiferencia es eso, es indiferencia. El desapego es simplemente el no apego. Una mentalidad donde suspendes la tendencia inercial, habitual y reiterativa de no ver las cosas como son y exagerar las cualidades positivas de algo o de alguien. El desapego no es que no te interesa, es dejar de exagerar y proyectar cualidades positivas en algo que en realidad no las tiene, suspendes la tendencia al aferramiento, que no es otra cosa que exigir de ese estímulo lo que no te puede aportar. Hay que entender la naturaleza transitoria de las cosas, lo que puede aportarte el bienestar hedónico, pero no exigirle a este que migre o se transforme en felicidad genuina porque no está en su haber, no está en su naturaleza, el taco no te puede dar eso, ni los dólares, ni la casa, no te puede dar bienestar.

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Jefa Editorial Web de Revista moi