Salud mental
Por: Berenice Villatoro
Si hay algo que te puede ayudar a tener una salud mentar de infarto, es conocer las heridas de tu niño interior.
Imagínate que, como a las paredes de la casa de una infancia, tu corazón estuviera lleno de rayones. Algo así son las heridas de tu niño interior, y necesitas conocerlas. Cuando hablamos de ellas, nos referimos a experiencias emocionales que nos marcaron, no porque queramos andar de víctimas, sino porque en su momento nos dolieron cañón.
Ahora, ya de adulto, te pueden ayudar a entender por qué actúas como lo haces, pero también por qué afectan la forma en que piensas, sientes o te relacionas.
Cada una de ellas, habla de las cosas que sufriste mientras eras aún pequeño. Pero eso no significa que no puedas cambiarlas, mejorarlas y hasta apapacharlas para que sanen.
Esta aparece cuando te hicieron sentir mal por ser tú: por tu cuerpo, por tus errores, por lo que decías o hacías. Tal vez te avergonzaron en público o te hicieron sentir que algo en ti estaba mal. Hoy podrías tener issues con la autoestima o miedo a mostrarte tal cual eres.
También lee: Heridas de la infancia que te dejó papá ¡y cómo curarlas!
Es cuando sentiste que no eras bienvenido o que sobrabas. Tal vez alguien importante para ti, como mamá, papá o algún cuidador, te hizo sentir que no eras suficiente. Hoy puedes ser súper sensible al rechazo, evitar vínculos o sabotear relaciones por miedo a que te vuelvan a lastimar.
Se da cuando sentiste que te dejaron solo emocional o físicamente. A lo mejor no estaban para ti cuando los necesitabas. Ya de grande, esto puede traducirse en miedo a la soledad, dependencia emocional o sentir que nadie va a estar contigo de verdad.
Nace cuando alguien que amabas no cumplió su palabra o te falló. Pudo ser papá o mamá que prometía cosas y no las cumplía. Ahora podrías ser una persona súper controladora o desconfiada porque, en el fondo, temes que la gente te vuelva a fallar.
Es cuando de chiquito te trataron con frialdad, exigencias extremas o falta de reconocimiento. Tal vez sentías que nada de lo que hacías era suficiente. Esto puede volvernos perfeccionistas, rígidos o con mucho miedo al fracaso.
También lee: ¿Por qué te cuesta estar solo? ¡Que nadie sepa tu sufrir!
Repites patrones sin darte cuenta
Relaciones tóxicas, miedo al abandono, autosabotaje… todo viene de ahí.
Te cuesta poner límites (o te vas al extremo)
Porque aprendiste que decir “no” podía significar perder amor.
Tu diálogo interno es súper crítico
Esa voz que te dice “no eres suficiente” suele sonar como alguien del pasado.
Tienes reacciones desproporcionadas a cosas pequeñas
No es “exageración”, es tu niña interior protegiéndose como puede.
Te cuesta conectar contigo o con los demás
Cuando vives en modo supervivencia emocional, es difícil abrirte sin miedo.
También lee:
Por: Berenice Villatoro