Cómo sobrellevar la muerte de una mascota

Aunque para algunos parezca un tema trivial, para muchos la muerte de un perro, gato u otra mascota puede dejar secuelas profundas si no se maneja adecuadamente

Por: Leonora Esquivel 

Uno de los duelos más desatendidos es el de la muerte de los animales de compañía; se le considera un dolor menor, pues mucha gente no lo comprende. Es muy común que, tras una pérdida de estas, nos presionen para distraernos y hasta sugieren que compremos o adoptemos un nuevo animal, como si fuera un tema de sustitución.

Esta incomprensión hace que nos sintamos aislados, solos, y eso hace más difícil superar el evento. Algunos creemos que debemos prepararnos para cuando llegue el momento de decirles adiós, pero no es claro cómo hacerlo, además de que el solo hecho de imaginarlo nos contacta con miedos y angustias que no queremos afrontar.

 

No es fácil ni sabiendo

Es común que, con un diagnóstico grave, se presente la posibilidad de la eutanasia; y, en el mejor de los casos, nuestra mascota de años, envejece y sabemos que pronto dejará de estar con nosotros. Están también los accidentes y el extravío, en el que no sabemos de su paradero y albergamos la esperanza permanente de volvernos a reunir. De cualquier forma no es una pérdida sencilla. El síntoma más común cuando alguien ha sufrido mucho y no ha procesado estos duelos es negarse a convivir de nuevo con un perro o un gato ante el temor de pasar por lo mismo, y ese también es un tipo de pérdida: la del corazón que elige no abrirse más al cariño.

Es importante trabajar con el rechazo que sentimos ante la muerte, el enojo que nos genera una negligencia veterinaria o la creencia de que volverá a casa si sacrifico algo. La tristeza es normal en todo duelo, pero convertirla en sufrimiento, sentirnos culpables por una decisión o resistirnos a aceptar la realidad, no ayuda. El vínculo que muchos de nosotros establecemos con un perro o un gato puede ser más fuerte que con miembros de nuestra familia humana y esto es porque con los animales nos mostramos como realmente somos, sin juicios, siendo una de las pocas relaciones incondicionales que tenemos, y por ello esta separación nos deja tan sensibles y merece ser abordada con profesionalismo y empatía.

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