La salud mental y emocional es tan importante como la física, por eso necesitas un psicólogo que comprenda tus procesos y respuestas emocionales. Elige al correcto e identifica a los impostores
Muchas personas necesitan ayuda para librar las broncas de todos los días o para desahogarse. Aunque no todo mundo lo acepta, todos conocemos a alguien que jura que no sobreviviría sin su terapeuta.
Como en todo, hay muchos tipos de opciones terapéuticas para diferentes tipos de personas, necesidades y situaciones. Existen diversas corrientes psicológicas que cuentan con un claro soporte filosófico y teórico, mientras que hay muchos charlatanes sin sustento que solo quieren tu dinero. Literal, lucran con el sufrimiento de las personas.
Si actualmente estás en terapia y dudas de la capacidad de tu terapeuta o si estás en la búsqueda de uno que te resuelva la vida, toma en cuenta estos puntos:
-Antes de empezar el proceso, el terapeuta debe aclarar costos, tiempos y metodología. Está de más decirlo, pero debe garantizar total confidencialidad.
-Un buen terapeuta responde todas tus dudas y pone reglas claras desde el principio.
-Debe tener los estudios necesarios para atender tu situación emocional y los documentos que avalen su preparación.
-Necesita una red de apoyo de otros terapeutas y psiquiatras, en caso de tratar alguna psicopatología específica en la que no esté especializado.
-Te da un plazo en el que se deben resolver, o por lo menos avanzar, con los problemas que te llevaron a terapia.
-El terapeuta no es un consejero, es alguien que te da herramientas para avanzar sin crear una codependencia al proceso o a él mismo.
-El trato siempre debe ser respetuoso y generar la suficiente confianza para que puedas explorar tus temas difíciles.
-Si no recuerda los nombres que le mencionas o tus temas importantes, entonces no te escucha como debe ser.
-El apoyo por parte del terapeuta debe ser incondicional y generar la confianza suficiente para que te expreses libremente. Debe ser capaz de entenderte sin juzgar tus emociones y sentimientos.
-Si habla tanto que parece que el terapeuta eres tú o, por el contrario, no dice nada durante la sesión, algo anda mal.
NO DEBE…
Intentar ser tu amigo; no se van a ir a tomar un café, mucho menos unas cubas.
Pedirte favores personales: no, no le vas a dar ride.
Agregarte en redes sociales.
Comer durante las sesiones.
Iniciar contacto físico de algún tipo
Decirte que le llames para contarle cómo te fue en cierto asunto, aunque hayan hablado de eso.
Tratar a tu mamá, esposo, hermano, BFF, en fin, a nadie cercano a ti.
Regañarte, juzgarte y mucho menos decirte cómo actuar.
Ver su celular, computadora o cualquier otra cosa que distraiga su atención.
Sigue tu intuición. Si a la primera te da mala espina, ¡no regreses!
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