Si te llaman Don Preocupón porque ni sabes bien lo que va a pasar, pero ahí estás con el alma en un hilo. Aquí te explicamos qué hacer para que le ganes de una vez por todas a la maldita preocupación
Por: Augusto Cury
La preocupación acompañada de resolución nos ayuda a evitar situaciones de peligro porque nos ayuda a evaluar circunstancias, definir pasos concretos para lidiar con los problemas y poner en marcha un plan de acción. La bronca viene cuando esa preocupación se convierte en una emoción paralizante, se te ocurren los peores escenarios y empiezas a sufrir anticipadamente por cosas para las que faltan años o que son irreales (tipo estar neurótico por lo que otros piensan de ti, si está en riesgo tu chamba, qué pasaría si te divorcias).
¿Qué hago con mis preocupaciones?
* ¿El problema es algo que enfrentas actualmente o es una situación imaginaria?
* Si el problema es imaginario, ¿qué tan probable es que ocurra?
* ¿Puedes hacer algo respecto al problema o prepararte para enfrentarlo, o es algo que está fuera de tu control?
Si desde el principio te diste cuenta de que son imaginarias, obvio no las vas a poder resolver porque aún no son un problema, así que archívalas en el área de preocupaciones que por el momento no se pueden resolver y enfócate en lo que sí es urgente y necesario.
Manos a la obra
Te dejamos tres ejercicios para cuando esto suceda:
Es casi imposible que dejemos de preocuparnos, el chiste es escoger con qué hacerlo y no darle tanta importancia a tooodo lo que se nos cruza en frente. Escoge tus batallas y vas a ver que, además, puedes encontrar soluciones más creativas para todos tus problemas.
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