¿Cómo aprender a tomar decisiones que no te jodan?

Dice la psicología que cada decisión que tomamos y cada juicio que hacemos es una batalla entre la intuición y la lógica

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La parte del cerebro que analiza un problema y piensa en una solución racional y la que se encarga de las corazonadas son las dos partes que nos ayudan a tomar decisiones. No importa qué tan racionales seamos, la mayoría de nuestras decisiones viene de la mente intuitiva, que es más rápida y de más fácil acceso.

Pero independientemente de esta lucha entre intuición y lógica, todas las decisiones que tomas se ven afectadas por lo que los psicólogos llaman sesgos cognitivos: atajos mentales inconscientes que generalmente conducen a errores. Estos son algunos que, sin darte cuenta, intervienen en la toma de tus decisiones:

Efecto anclaje.
Darle más peso a la primera información que llegue. Si estás buscando trabajo, la primera oferta dicta las posibilidades razonables.

Sesgo de disponibilidad.
Darle demasiada importancia (o única) a la información que conoces: decir que fumar no es malo porque tu tío vivió 100 años y fumaba una cajetilla de cigarros al día.

Efecto bandwagon.
Tomar una decisión basándose en el número de personas que ya lo tomaron, como cuando algo está de moda y ahí vas aunque ni te gusta.

Apoyo a la elección.
Cuando optimizas las virtudes y minimizas los defectos de una elección. Como creer que hiciste muy bien en adoptar a ese pobre perro aunque la verdad es que van tres veces que te muerde.

Sesgo de confirmación.
Solo escuchar lo que confirma nuestras ideas preconcebidas. Como Trump, quien jura que el cambio climático es un invento chino.

Sesgo conservador.
Creer en lo que ya conoces sobre cualquier información nueva. Explica, por ejemplo, los miles de años que nos tardamos en aceptar que la Tierra es redonda.

Efecto avestruz.
Ignorar la información negativa. Como cuando solo checas tu estado de cuenta si sabes que te depositaron y no cuando estás en ceros.

Sesgo del resultado.
Juzgar una decisión con base en el resultado y no por la manera en que se tomó la decisión. Aunque ganaste la apuesta, apostar no necesariamente es buena decisión.

Efecto Dunning-Kruger.
Confiar demasiado en tus habilidades y sentirte más capaz. Como creer que, por correr 3km, ya puedes entrarle al medio maratón.

Ilusión de racimo.
Es la clave para las falacias de las apuestas, por ejemplo: que es menos probable que en esta vuelta de la ruleta salga negro porque el rojo ya salió muchas veces.

Sesgo del costo.
Tomar decisiones basándonos en lo que vamos a perder si no lo hacemos. Como no salirte de una película malísima porque ya pagaste los boletos VIP.

Date una ayudadita a la hora de tomar decisiones

  • Haz ejercicio: oxigena, reduce el estrés, favorece la liberación de endorfinas y de dopamina. Un cerebro en óptimas condiciones, decide mejor.
  • Respira hondo: tranquiliza y disminuye la frecuencia cardiaca, te da un espacio íntimo para relajarte y analizar sin tanto estrés.
  • Come nomás lo bueno: la vitamina B, el Omega 3 y algunos flavonoides que vienen en las frutas y verduras ayudan al sistema nervioso a mejorar el metabolismo, la síntesis de enzimas y la recuperación funcional; mientras mejor esté tu sistema operativo, mejores serán tus capacidades para tomar la vida por los cuernos.

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