Baja tolerancia a la frustración: ¿la tienes?

Si eres un histérico insoportable que cuando no le salen las cosas se convierte en Godzilla, pon atención porque puede que tengas algo que se llama baja tolerancia a la frustración (BTF)

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Partamos de un hecho duro y contundente: la vida te va a frustrar, no importa si eres rico o pobre, feo o guapo… la frustración nos llega a TO-DOS y es mejor aceptarlo.

Hoy en día, la exposición extrema a la inmediatez de hiperconectividad no nos ayuda a tolerar la frustración de la vida. Nos hemos vuelto el doble o el triple de desesperados, ansiosos e intolerantes porque cuidado si tu pizza no llega en menos de media hora, si tu taxi se va a tardar seis minutos, si no te contestan un WhatsApp inmediatamente o si no te sale algo igualito al tipo de la tele.

 

¿POR QUÉ LA BTF ES UN PAAAAAAIN?

  • No puedes diferenciar tus deseos de tus necesidades.
  • Tu reacción ante un deseo no satisfecho va desde la insistencia desmedida hasta la pérdida de los estribos y la violencia.
  • Te la pasas deprimido y desesperado porque la vida no es cómoda.
  • Tienes pavor al fracaso y muy poca paciencia.

 

ESTO VIENE DE TU INFANCIA

Prácticamente todos los niños son narcisistas y tienen una baja tolerancia a la frustración, pero en el proceso de madurar es crucial entender que no siempre se consigue todo lo que se desea. Entre los tres y ocho años de edad, y después en la adolescencia, viviste momentos clave en los que tus papás tuvieron que dejarte enfrentar situaciones desagradables, no como una tarea maquiavélica, más bien, dejando que sufrieras las consecuencias de los malos eventos. Ese sufrimiento por el que todos pasamos es una oportunidad de forjar una sana tolerancia a la frustración. Cuando en la infancia no se logra bien este proceso, nos convertimos en adultos insoportables que hacen un berrinche en la primera situación que no sale como queremos, adultos incapaces de aceptar que nuestros deseos no son órdenes.

Esta característica puede desgastarte terriblemente y convertirte en el enemigo número uno del departamento de atención a clientes, pero también jode tus relaciones, tu trabajo y a tu pareja, y te drena emocionalmente. Lo más intenso y doloroso es que la baja tolerancia a la frustración viene acompañada de impulsividad y violencia, y podemos lastimar mucho a las personas que queremos y que no tienen por qué echarse tu pancho, tu bilis, tu coraje y tus gritos.

Fortalece tu tolerancia a la frustración

Cámbiate el chip. Hay que pensar en la tolerancia a la frustración como un hábito que tenemos que desarrollar y no como una característica que vamos a obtener mágicamente al despertar. Entendido así, generarla es producto del proceso de estar hiperconsciente de que estás en entrenamiento; debes detectar las situaciones en las que te pones en riesgo de explotar como cohete en fiesta patronal y, cuando pasen, aprender la forma adecuada de reaccionar (o más bien de no reaccionar como siempre lo has hecho) hasta que se convierta en una reacción automática. Así que, ¡fake it ‘til you make it!

Cultiva la paciencia. Es bueno ver la paciencia como una herramienta que tiene que desarrollarse porque, obviamente, no nacimos con ella. No podrías tocar el piano si no te sentaras horas a practicar, tampoco puedes ser paciente si no practicas, así que tómalo como otra tarea que mejorará toda tu vida. La práctica incluye lo siguiente: pon atención a los momentos en que pierdes los estribos, reconoce esos sentimientos antes de romper una silla o darte cabezazos contra el claxon; sé paciente contigo cuando por más que trates no puedas; trabaja primero con pequeñas irritaciones y luego aplícalo a verdaderos problemas. Psicoterapia. Si estas primeras opciones no funcionan, lo más deseable es buscar una psicoterapia. Las corrientes más recomendables para desarrollar la tolerancia a la frustración son la Cognitivo Conductual, la Interpersonal o la Racional Emotiva. Para que en el aquí y en el ahora te ayuden a detectar los factores que se presentan en cada evento donde pierdes la calma y te ayuden a cambiarlos.

Busca un psiquiatra. Si esto tampoco funciona, lo más adecuado es acudir al psiquiatra para una valoración. Hay ocasiones en que la intolerancia no es producto de la infancia, y más bien es un síntoma más de depresión. La buena noticia es que, si este es el caso, existe una infinidad de opciones para regresarte tu buen temperamento.

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