4 cosas que separan a los que tienen “buena suerte” de los salados

¿Por qué hay personas a las que parece que todo les sale bien y sin batallar, mientras que otras, por más que tratan, no les salen las cosas?

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Parte del truco está en cómo nos relacionamos con la idea de “suerte”. Hay quienes la ven como un asunto de destino, algo místico, mágico e intangible, mientras que otros tenemos claro que la suerte no es algo que te pasa, es resultado de lo que piensas y lo que haces.

Richard Wiseman, investigador de la Universidad de Hertfordshire y autor del libro The Luck Factor: The Scientific Study of the Lucky Mind, dice que 82% de la gente “suertuda” está lista para trabajar duro, para crear su “buena suerte”, mientras que la que vive azotada con su “mala suerte”, está ahí esperando que el destino haga lo suyo. Para ellos la suerte es lo que les pasa, no lo que crean.

Pero, ¿por qué pasa eso? Gran parte es la actitud de unos y otros ante la vida. Cómo te ves y cómo ves al mundo. A todos nos pasan cosas buenas y malas, pero la diferencia está en cómo las tomamos. El profesor Wiseman dice que hay cuatro grandes características que separan a la gente con “buena suerte” de los salados:

OPORTUNIDADES.
Las crean o las encuentran y se ponen en acción. Tienen una red de contactos, (amigos, familiares y conocidos) que agranda sus oportunidades. Son muy buenos para tener relaciones, sanas, seguras y duraderas. Tienen una actitud relajada. A la mayoría, las oportunidades nos pasan de largo porque estamos concentrados en otra cosa. Y no estamos hablando de encontrarte un billete de 500 tirado en la calle, esto sirve igual para conocer a la galana de tu vida o un negocio buenísimo. La gente afortunada ve lo que está ahí, en lugar de andar estresada buscando lo que quieren encontrar, como cuando tus papás te ponían a contar coches rojos en la carretera: tu mente se enfocaba en eso y los coches de otros colores prácticamente no existían.

CORAZONADAS.
La gente afortunada toma buenas decisiones aprendiendo a escuchar y analizar sus intuiciones. A veces se nos olvida que muchas “corazonadas” son conclusiones basadas en datos (reales y concretos) que nuestra mente ve, procesa y almacena todo el tiempo, pero no necesariamente de forma consciente. De ahí que se sienten como una certeza que no puedes explicar. Muchas malas corazonadas que terminan mal, son solo deseos disfrazados. No es posible estar 100% seguro de una corazonada, porque justo de eso se trata, pero eso no quiere decir que no la examines a detalle, de dónde viene, de qué está hecha.

EXPECTATIVAS.
Sirven como una motivación, si cualquier cosa la empiezas pensando que no vas a poder, lo más seguro es que al segundo intento lo abandones. Si tuviéramos que aprender a caminar de adultos, la mayoría estaríamos arrastrándonos por el piso. Muchos esperamos ser felices y sanos en el futuro, otros están convencidos que serán miserables y tristes. Algunos esperan encontrar a la pareja perfecta, otros piensan que todas las mujeres son iguales y van brincando de relación en relación. Hay quienes piensan que pueden tener un mejor puesto, hay otros que se juran que no van a pasar del vestíbulo. Hacernos nuestras expectativas con base al pasado. La gente afortunada ve las cosas malas que le pasan como algo pasajero, se sacude, aprende y sigue adelante. La gente con mala fortuna, cuando algo bueno le pasa, se encarga de minimizarlo y se convence que eso tiene que sí o sí, acabarse pronto.

RESILIENCIA.
La gente afortunada sabe cómo darle la vuelta a la mala suerte. Reinterpreta lo malo que le pasa y lo usa a su favor. La gente afortunada logra lo que quiere (aunque los chances de éxito sean o parezcan pocos) porque persevera aunque falle y falle y falle. Intentar poco convierte las bajas expectativas de los desafortunados en una realidad miserable.

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