Se encontró al espíritu navideño: está escondido en tu cerebro

El espíritu navideño que a algunos hace cantar villancicos en el súper y a otros encerrarse en sus casas cual Grinch puede que esté tejido en nuestras neuronas.

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A lo largo de nuestra vida hemos visto cómo a muchos, nosotros probablemente incluidos, el espíritu navideño ha ido en declive: los villancicos que de niños cantábamos a gritos ahora se revelan como una tortura, la cena navideña es motivo de ansiedad y lo único bueno de estas fechas es, si acaso, el aguinaldo. ¿Cómo ayudar a estas personas?

Unos investigadores de la Universidad de Copenhague se dispusieron a detectar y localizar el espíritu navideño en el cerebro. Lo hicieron sobre todo para demostrar que la ciencia no carece de éste ni tampoco de autoburla, pero también porque sus resultados podrían contribuir a saber qué pasa neuronalmente durante las tradiciones culturales y por qué se experimentan tan diferente incluso en una misma persona en diferentes etapas de su vida.

Eligieron a 10 participantes que tradicionalmente celebran navidad, y 10 participantes que nunca lo han hecho. Con escaneos del cerebro observaron qué áreas del cerebro se activaban en todos ellos al ver imágenes con simbología navideña intercaladas con imágenes parecidas pero con nada que ver con la navidad.

Todos los participantes tuvieron mayor actividad en zonas del cerebro relativas al procesamiento de imágenes, pero hubo diferencias entre los dos grupos. Para el grupo navideño se activaron además áreas del cerebro que han sido relacionadas con la espiritualidad y que se cree están involucradas en la sensación de trascendencia, es decir sentir conexión o harmonía con lo que nos rodea. También en estas personas se activaron áreas que tienen que ver con las emociones y el reconocimiento de expresiones faciales.

¿Será que esto es “el espíritu navideño”? ¿Zonas del cerebro que se activan con imágenes? Este tipo de estudios sobreestima la importancia de la actividad cerebral localizada en un afán de señalar emociones complejas en el cerebro, y una de las críticas más fuertes a este tipo de estudios es que al hacerlo contribuye muy poco a que entendamos realmente estas emociones. Puede que estas críticas tengan razón, aunque puede también que sean el Grinch y sus colaboradores. 

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