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¿Qué hacer con la casa donde nació Hitler?

No es un espacio para rendir homenaje ni un atractivo turístico ¿Entonces qué se debe hacer?

Jacobo Dayán

Por lo regular hay discusiones sobre el destino que deben tener los lugares históricos, aquellos con una fuerte carga emocional y simbólica. Más aún cuando los lugares fueron testigos de los momentos que cambiaron radicalmente la historia, que generaron gran esperanza o sufrimiento. Rara vez desaparecen.

En la historia del nacionalsocialismo en Alemania, y por toda Europa, vemos museos, memoriales, monumentos o simples placas que dan fe de la historia. Pero otros lugares han sido borrados, arrancados de la tierra.

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El destino de los lugares emblemáticos del nazismo es muy variado. El bunker donde Hitler pasó sus últimos días quedó enterrado y hoy solo se encuentra una pequeña placa indicando su localización en un estacionamiento y pequeña plaza. El bunker y la Cancillería donde oficiaba el dictador quedaron totalmente destruidos.

La mansión en Wannsee, suburbio de Berlín, en la que se formalizó la “Solución final”, es decir, la creación de campos de exterminio, hoy es un museo sobre estos hechos.

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Lo que fue la sede de la brutal policía secreta, la Gestapo, hoy es uno de los museos más importantes de la ciudad. No se trata de un museo sobre los hechos o en memoria de las víctimas, es un espacio dedicado a presentar las acciones de los perpetradores. Además, en ese espacio pueden verse las mazmorras donde fueron apresados y torturados miles y miles de personas.

El campo Zeppelín, un enorme espacio construido en Núremberg para las reuniones del partido en las que participaban cientos de miles de personas fue destruido, convertido en espacio deportivo y cultural y hoy alberga un centro de documentación. También la residencia de Hitler, el Berghof en los Alpes bávaros, fue destruida.

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La reconversión de estos lugares tiene por objeto mantener viva la memoria de lo ocurrido y que no se conviertan en lugares de culto neonazi ni atractivos turísticos para estos grupos radicales.

Hoy, la discusión se centra en el departamento en el que nació Adolf Hitler el 20 de abril de 1889 en un pequeño pueblo austriaco de nombre Braunau am Inn. Después de mucha discusión e incertidumbre, el gobierno austriaco ha decidido expropiarlo.

El debate fue largo sobre ese departamento que llevaba 5 años vacío y más de 40 rentado por el Estado para que no fuera utilizado con fines perversos. En los últimos años ha habido intentos más que sospechosos de comprar el departamento por distintos particulares.

Después de la anexión de Austria por parte de Alemania en 1938, el Partido Nazi compró la casa y la convirtieron en un lugar de peregrinaje casi religioso. Al final de la guerra fue utilizada por militares de las fuerzas aliadas y desde 1952 regresó a sus dueños originales para convertirse en el transcurso del tiempo en biblioteca y centro de capacitación para personas con algún tipo de discapacidad.

El gobierno de Austria decidió dejar de pagar los más de 5 mil euros de renta y proceder a indemnizar a los dueños y adquirir la propiedad. Se creará una Comisión para decidir el futuro uso de la casa en la que nació Adolf Hitler.

Hoy, fuera del edificio hay una placa realizada con piedra del campo de concentración de Mauthausen con una inscripción: “Por la paz, la libertad y la democracia. Nunca más el fascismo. Millones de muertos lo advierten”.

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Experto en Derecho Humanos, historia mundial contemporánea, genocidios y relaciones internacionales.