Pequeños holocaustos zombies

Los parásitos manipulan la mente de otras especies para su beneficio.

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El parásito ha entrado al cuerpo. Rápidamente la voluntad del individuo no le pertenece más. Sus movimientos responden a lo que el parásito le comanda. Y lo que le comanda no es precisamente algo benéfico para la población. En pocos días, el individuo ha logrado infectar a otros. El apocalipsis zombie ha iniciado.

Esto no es la descripción de una película de zombies, sino lo que a grandes rasgos ocurre en muchas especies que son infectadas por parásitos “zombificantes”. Las películas guardan un parecido estremecedor con la naturaleza de estos bichos. Si para los zombies de la ficción su objetivo primordial es el comer carne humana y de esa forma infectar su condición, en la naturaleza muchos parásitos modifican el comportamiento de sus hospederos de manera que logran una mayor dispersión. En pocas palabras: manipulan la mente de otras especies para su beneficio.

Entre las víctimas más numerosas de estos pequeños holocaustos zombies están los insectos. Hormigas, cucarachas, mariposas y otros artrópodos son infectados por una variedad de hongos que hacen más o menos lo mismo una vez dentro del cuerpo de sus víctimas: modifican el comportamiento de éstas de manera que buscan un lugar específico para morir, usualmente en lo alto de una planta donde las condiciones de temperatura y humedad son adecuadas para el hongo. Cuando llegan ahí, el hongo se ha desarrollado lo suficiente en el interior del animal y comienza a salir en una suerte de ramificaciones que perfora el cuerpo de los insectos y lo transforma en una grotesca escultura que sirve como foco de infección. De estas ramificaciones saldrán esporas zombificantes, que estando en un lugar elevado, tendrán la oportunidad de llegar a lugares más remotos y contagiar a más insectos.

Los zombies en la naturaleza no son algo nuevo. Se han encontrado fósiles de hormigas atravesadas por hongos zombificantes que datan de hace 105 millones de años. Durante la historia de la vida en la Tierra la evolución se ha encargado de crear distintas estrategias de sobrevivencia y reproducción, donde a veces algunas resultan un tanto macabras. Pero esto no es de sorprender: 4 mil millones de años es tiempo de sobra para superar cualquier trama de una película de terror.

Referencia
The oldest fossil evidence of animal parasitism by fungi supports a Cretaceous diversification of fungal–arthropod symbioses

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